El niño del jardín
Si existe una película que le hace honor a su título, sin dudas es La Extraña Vida de Timothy Green (The Odd Life of Timothy Green, 2012), aseveración circunstancial que se aplica no sólo al protagonista sino al film en su conjunto. Sin llegar a ser bizarra o delirante a nivel general, el convite en cuestión está distribuido por Walt Disney Pictures pero lo curioso es que se aleja relativamente del ideario estándar de la factoría de Mickey para abrazar -en cambio- aquel cine entre humanista y conservador que caracterizó a Frank Capra, con ¡Qué bello es vivir! (It''s a Wonderful Life, 1946) como referencia excluyente.
La estructura narrativa parte de una determinada situación a la que vuelve una y otra vez, construyendo la trama propiamente dicha en forma paulatina a través de continuos flashbacks. El matrimonio compuesto por Cindy (Jennifer Garner) y Jim Green (Joel Edgerton) se encuentra en la oficina de adopción y cuenta con un tiempo pautado para convencer a los responsables del caso que ambos son aptos para criar a un niño, así deciden relatar la historia de su “hijo” anterior, Timothy (CJ Adams). La obra adopta un desarrollo de rasgos aleccionadores y toma prestados los avatares fantásticos de los cuentos de hadas.
Frustrados por la confirmación médica de que no pueden concebir, el dúo canaliza su tristeza anotando por última vez las “características soñadas” de su vástago en pequeños trozos de papel y enterrándolos en el jardín, adentro de una caja de madera y bajo una lluvia torrencial. Luego de la súbita llegada del muchacho del título, con hojas en sus pantorrillas y abriéndose paso entre el lodo del patio, el guión recorrerá los caminos de la crónica familiar y apenas si rozará la comedia de enredos: a la realización le interesa más enfatizar el “aprendizaje” de la pareja que brindar información sobre el origen del joven de 10 años.
Como no podía ser de otra manera tratándose de una empresa que se nos presenta agridulce, a medida que los Green van conociendo a su “retoño conceptual” y se van sucediendo los contactos con el mundo exterior, Timothy irá perdiendo sus hojas sin más remedio. El director y guionista Peter Hedges mantiene un tono ameno y lúdico que jamás cae en la superficialidad ni la estupidez de la mayoría de los productos mainstream actuales. La propuesta trasmite una moraleja vinculada al “dejar ser” y está apuntalada en un verosímil que pretende cubrir más que lo que finalmente abarca, ese persistir siempre en la lucha…