Radu Mihailenau tiene una forma de contar historias que es casi palpable. Mientras otros sólo la ven y escuchan, a mí se me da por sentir los olores de las especias, de sentir el calor sofocante y es que la maestría del director está en la manera de armar el ambiente y decirte que frente a todo drama hay alegría y en toda alegría hay algo de drama. Ya nos ha emocionado hasta la médula en "Ser digno de ser" y "El concierto" y hoy nos trae un cuento un poco más liviano pero que no deja de mostrar una problemática y un momento particular.
Basada en un hecho real de 2001 en el que las mujeres negaron sus encantos en la cama a los hombres que no estuvieran dispuestos a caminarse la distancia espantosa y eterna entre la aldea y la fuente de agua, el director retoma esta situación pero la lleva a un lugar cuasi universal. Si uno se abstrae de la poca ambientación, la verdad es que no es tan loco que en cualquier aldea de este mundo aún las mujeres sean trofeos.
Los actores y actrices son caras conocidas pero siempre en secundarios. De todas maneras, Leila lleva la historia a los hombros y con su belleza y calidez termina pintando parte de la atmósfera que luego se respirará.
Me gusta la elección de la música para contrastar el drama con la fiesta (que hace que combinen magistralmente música clásica con otros sonidos de la zona), que las mujeres son pensantes y pasionales (porque no todas están dispuestas a dejar de tener relaciones. Son mujeres que disfrutan del sexo) y que no todos los hombres se ven amenazados porque su mujer use la cabeza.
Estamos de acuerdo que es un poco rosa, pero nada indica que no pueda serlo. No me rompe la idea de verosimilitud y trae a la mesa de nuevo el hecho de que seguimos hablando de un deseo de igualdad que no llegamos a tener. Si realmente es posible, deseable o no, va por otro lado.
Por otro lado, un guiño genial es cuando llega el turismo y la escena que se monta. Para alquilar balcones.
Ahora bien, la película es simple y por lo tanto se excede en tiempo. Por momentos hay subtramas que se sugieren pero que todo gira sobre lo mismo. Se hace un poco lenta e intermitente con grandes sugerencias pero poco que se vaya del eje central.
Al final, no se trata de la mujer versus el hombre, siempre se trata de lo que uno cede por alguien que ama. Es un canto al amor, un muy buen rato, pero no es la mejor propuesta de Radú.