Con cambio de director regresa La gran aventura Lego 2 en una secuela que aprovecha todo aquello que le funcionó a su primera entrega.
Phil Lord y Christopher Miller, los directores de la primera entrega, regresan para esta secuela como guionistas. Y Mike Mitchell (después de haber dirigido algunas animadas como la última de Shrek o Trolls) asume el rol de director. A grandes rasgos, La gran aventura Lego 2 aprovecha los recursos que habían funcionado en aquella primera y los explota para esta secuela que, aunque ni muy original ni muy creativa, funciona a base de su humor y personajes.
La película en cuestión empieza justo donde terminó la primera, para pronto adelantar a unos años después y encontrarnos con que las cosas ya no son geniales y todo se ha tornado oscuro y devastado. Aunque Emmet (voz de Chris Pratt) nunca pierde el optimismo, aún en esos paisajes propios de Mad Max, e intenta hacer de su día a día lo más parecido a aquellos tiempos añorados. Hasta que una malvada reina, que tiene el poder de asumir cualquier forma que desee, secuestra a varios de sus amigos y pretende casarse con el narcisista y soltero incurable Batman.
El film aprovecha ese juego que había presentado al final de su predecesora, que mezcla el mundo de los juguetes con el real, lo cual lo torna bastante predecible. Con respecto al humor, siguen las múltiples referencias a otras películas pero los chistes y gags visuales no funcionan todos en igual medida.
El elenco multiestelar de voces también retorna: además de Pratt (que interpreta a dos personajes), Will Arnett como Batman, Elizabeth Banks como Lucy (la verdadera heroína de todo este lío) y otros tantos en roles menores o guiños (como los que conciernen al resto del universo DC).
Lord y Miller no cuentan con el mismo nivel de creatividad que en sus trabajos anteriores, acá parecen más funcionales a los caprichos de las productoras para contar con una secuela sin sorpresas.
La gran aventura Lego 2 es una película para chicos y grandes que, además, en la moraleja que tiene que dejar cada una de estas películas, pone en evidencia lo incorrecto de prejuzgar en un mundo donde bueno y malo a veces no depende más que de la perspectiva de donde se lo esté mirando, al mismo tiempo que muestra de qué se trata crecer, de lo que significa madurar (que no tiene por qué ser volverse serio y amargado).
A nivel musical, el film aprovecha todo aquello que consiguió con su pegadiza “Everything is awesome” hasta reformularla varias veces, pero el agregado es una nueva canción que no duda en cantarte su cometido: que se te quede pegada en la cabeza.