Matt Damon, en tierras lejanas
Con cierta malicia puede suponerse que al elegir la Gran Muralla como escenario y tema de este film en el que hacen respectivos y paralelos debuts, tanto Matt Damon como Zhang Yimou han querido subrayar la importancia del acontecimiento. El admirable realizador está esta vez al frente de una producción ambiciosa que aspira a conquistar a un público más numeroso que el que lo distinguió entre los más talentosos de China (Sorgo rojo, Ju Dou, Esposas y concubinas) y también por primera vez entrega una mezcla de cuentos y leyendas que la famosa muralla ha ido generando a lo largo de su larguísima historia; muchas nacidas de la explicación de su existencia y su función de servir de protección ante invasores venidos del Norte.
También ése es, de algún modo, el punto de partida que tomaron los autores de un libro que no derrocha inventiva ni originalidad y se contenta con imaginar que quienes ahora acechan son unos monstruos gigantes, humanoides y feísimos que ponen a prueba las habilidades y la inteligencia de los héroes del caso. Que para eso están Matt Damon, Willem Dafoe y unas cuantas estrellas populares del cine chino, como Andy Lau, que tienen la gentileza de hablar inglés para entenderse con los invadidos y disponerse a colaborar con ellos en la defensa de su territorio. A Yimou, que no ha perdido su buen ojo, no le queda otro remedio que hacerse cargo del aspecto visual del film, lo que -ya se sabe- es su especialidad.