Perdidos en Portugal
En el año 1974, dos periodistas de Radio Suisse Romande son enviados a Portugal para hacer algunas notas sobre la ayuda que aquel país recibe de Suiza, y así agregar una mirada positiva a la programación.
Para dicha tarea envian a Julie Dujonc-Renens (Valérie Donzelli), una feminista, que apenas tiene una hora semanal de radio, y que siempre está en pie de guerra, viendo machismo hasta donde no lo hay; y a Joseph Marie Cauvin (Michel Vuillermoz), un experimentado cronista de guerra que ha viajado por todo el mundo, machista, un tanto pedante, y tiene un incipiente problema para retener información. Acompañando a esta desequlibrada dupla esta Bob (Patrick Lapp), un técnico de la radio, ya cercano a la jubilación, que jamás se despega de la Combi donde lleva sus adminículos y que es el más eficiente del trío.
A medida que recorren diferentes pueblos de Portugal descubren que la ayuda dada por el gobierno no es nada interesante como noticia, no va más allá de la donación de un reloj, u otros detalles muy poco importantes; como si eso fuera poco, los entrevistados son bastante reacios a hablar, y si hablan, no tienen nada interesante para decir.
Ya con pocas ganas de seguir adelante, algunos roces entre los periodistas, y sin saber de donde sacar una noticia, el trío suma un nuevo integrante, Pelé (Francisco Belard), un joven que oficiará de traductor. El cuarteto vuelve entonces a Lisboa creyendo que ya no hay nada por hacer, y al llegar se chocan de frente con la Revolución de los Claveles, con la noche en la que todo cambio en Portugal; es allí donde la historia pega un vuelco, y estos aburridos periodistas recorren las calles, cada uno por su lado, experimentando cosas que nunca habían vivido, y que con el tiempo se transformarán en una gran noticia.
Lo que comienza como una especie de road movie periodística se transforma en el relato de cuatro personas diferentes, viviendo una situación tan excitante como inesperada, siempre en clave de humor. Pero el humor que tan bien funciona al principio de la historia, ya no divierte tanto después de una hora, sobre todo teniendo en cuenta que sobre la Revolución de los Claveles se podrían decir o mostrar cosas más interesantes, pero estos correctos suizos lo viven más como una experiencia de drogas y libertad sexual que como un hecho político.
Tanto las actuaciones como la reconstrucción de la época están muy bien logradas en esta comedia original, bien planteada, pero que teniendo en cuenta su contexto, podríamos esperar un poco más de ella.