La Guardería de Virginia Croatto, es un documental sobre los hijos de militantes montoneros que fueron forzados a irse a Cuba.
Otra película sobre la Dictadura. Eso es, lo que no es, ni quiere ser el documental de Virginia Croatto. Primero y principal, por el objeto que utiliza como foco: una niñez vivida en un lugar lejos de casa, pero que comienza a sentirse como tal. Y por otro lado, porque el tono elegido es uno más bien optimista, sí melancólico porque su temática nunca es agradable y sobre todo no resulta ajeno.
Con testimonios mayormente de personas que fueron esos niños, el film va contando cómo era la vida en una guardería de La Habana, en la que compañeros montoneros protegían a niños hijos de militantes buscados y muchas veces desaparecidos por la Dictadura. Chicos que fueron criados por padres muy seguros de sus ideales, que no ocultaban nada a sus hijos, ni los motivos por los que luchaban felices de tener esos ideales, ni tampoco las tristes consecuencias que en esa época podría ocasionar.
A través no sólo de hechos relatados más conocidos, como las ausencias, sino también enfocándose en pequeños momentos que hacían de aquella estadía algo agradable, como ciertos juegos o los textos de las cartas que recibían, Croatto, quien llegó a esa guardería a los 3 años de edad, brinda luz a una época oscura. Porque aunque todos venían de situaciones difíciles y traumáticas, la guardería logra convertirse gracias a esa gente en un lugar de contención, en una gran familia.
En su último tercio es cuando el film se tiñe de un tono más melancólico y agridulce, con el regreso al país como algo tan deseado y extraño al mismo tiempo.
La guardería es un documental que más allá de estar enfocado en una época oscura, destila luz y habla sobre la importancia de los afectos y la identidad, con un interesante agregado de ilustraciones en su estructura.