Nada es lo que parece
Los thrillers psicológicos nunca cansan. Desde El inquilino (The Tenant, 1976) de Roman Polanski, este estilo fílmico ha ido floreciendo hasta establecerse como subgénero del suspense o thriller. La hora del crimen (La doppia ora, 2009) es un filme italiano, introduciendo como director a Giuseppe Capotondi, que mantiene al público tenso y sin entender por completo la trama hasta el final.
La hora del crimen trata de Sonia (Kseniya Rappoport), una mucama que trabaja en un hotel y Guido (Filippo Timi), un ex policía que trabaja como guardia de seguridad de una mansión. Guido frecuenta el servicio de citas rápidas y un día conoce a Sonia, quien va al lugar por primera vez. A partir de allí, comienzan una relación y un día van donde trabaja Guido. Allí, se vuelven víctimas de un robo. En ese robo, Guido muere y Sonia sobrevive. De ahí en adelante, ella intenta sobrellevar esa tragedia pero la culpa pesa y la hace sufrir episodios confusos, visiones, apariciones que carecen de sentido y un entramado de hechos que revuelven su pasado generando intriga en el espectador. El enigma de la película reside, parecería, en quién es Sonia y en qué paso con Guido.
El filme tiene un comienzo abrupto que marca el género de la película en un segundo. Lo interesante de La hora del crimen es que Sonia es un personaje demasiado tranquilo, pero sus vivencias están filmadas mediante secuencias rápidas, generando un paralelismo entre lo que siente ella y lo que sienten los que están viendo el filme. Ella queda enredada en episodios confusos, confundiendo también al público. La película hace mucho uso de aparentes flashbacks -por momentos demasiados- y es en el transcurrir del filme que se van concibiendo respuestas que de a poco aclarar los hechos o, al menos, eso parece. Un dato fundamental es lo que Guido genera en Sonia en tan poco tiempo de haberse conocido.
A pesar de que La hora del crimen es un buen filme, con actuaciones pasmosas y con una estructura fílmica cautivante, la sensación que deja es que va preparando al espectador para el final. A diferencia de lo que se espera, en el final no aparece ninguna vuelta de tuerca. Termina según se va anticipando. Genera un vértigo que al final es falso, lo que hace cuestionar el objetivo de las secuencias que ocurren sobre la mitad de la película. Esto sucede porque el eje es el estado mental perturbado de Sonia, y no lo que en verdad pasó la tarde del robo ni el por qué.