Se estrena lo nuevo de la directora de Abrir puertas y ventanas, Milagros Mumenthaler. La idea de un lago es una película sobre la ausencia, la memoria y la identidad.
Inés (Carla Crespo) está terminando de editar un libro que funciona como diario personal y archivo de una parte importante e imprescindible de su vida. También está embarazada y en una especie de ir y venir con el padre de ese bebé. Pero ese libro funciona como uno de los nexos necesarios con ese pasado que la sigue acosando a través de una ausencia: la de su padre, desaparecido durante la Dictadura.
Sin ahondar en lo político, la película de Mumenthaler, inspirada libremente en Pozo de aire de Guadalupe Gaona, la muestra a Inés en esa especie de tiempo suspendido que parece ser su vida. En este presente, esta vez con la sensibilidad y todo lo que genera su incipiente embarazo, ella necesita alguna respuesta y acude a un banco genético aun ante la negativa de su madre, quien enfrentó esa misma ausencia de otro modo, uno más calmado, desde la negación. Al pasado, a esa infancia de Inés, acudimos a través de flashbacks con un tono onírico, a veces más alegre y surrealista (como con el auto que juega con ella) y otras más oscuro, como si proviniera de una película de terror. Ese cambio de registro tiene que ver siempre con la percepción desde la niñez, donde vemos las cosas de otro modo.
La ausencia, ese vacío imposible de llenar, marca el relato de Mumenthaler. Entre esos flashbacks que funcionan como recuerdos, y ese presente en el necesita dar cierto cierre, a través de un libro que registre todo eso para la eternidad, o una respuesta tras lo inconcluso de una desaparición.
Con una bella fotografía que además utiliza diferentes texturas para retratar las diferentes épocas, La idea de un lago es una película intimista, de tiempos aletargados y muchos silencios. Poética, delicada y melancólica.