Gabi y Morena son parecidas, ambas tienen 6 años, son argentinas y van a iniciar el año lectivo en primer grado. Las similitudes terminan allí. Gabi vive en La Ciénaga, San Juan y Morena en Capital Federal, una va a una escuela rural, la otra a una escuela privada.
El documental de Eduardo de la Serna, nos coloca sin rodeos en el medio de la vida de las niñas con una cámara intrusa que se pone -literalmente- a la altura de los personajes que busca retratar. Como una mosca en la pared observamos a estas dos nenas enfrentar las ansiedades del inicio de su educación formal y su desarrollo social.
Uno de los aciertos del film es no explicar nada, no hay cabezas parlantes, ni títulos que nos informen, sólo los meses que van pasando -de febrero a diciembre- en la vida de Gabi y Morena. Tiernas e incómodas por igual, son las escenas las que nos van informando acerca de las intenciones ideológicas del film.
“La Inocencia” es mucho más que un documental de contrastes, su profundidad está cimentada en lo que muestra y como lo muestra: sin alteraciones y con cruda belleza. Y cuando el universo de sus protagonistas toma el escenario central del film, el espectador se siente interpelado sobre la educación tanto formal, como familiar.
Así, los contextos y las oportunidades en una sociedad que busca hacernos creer que somos todos iguales quedan expuestos de manera clara. Quien busque razones para desmontar conceptos perversos como la -tan de moda- meritocracia encontrará en “La Inocencia” el mejor argumento, sin sermones, sin vueltas, ni maniqueísmos, simplemente dejando la cámara enfocar en lo que importa.