Durante la dictadura de Primo de Romero, el escritor y filósofo Miguel de Unamuno debió exiliarse en la Isla de Fuenteventura. Para aquel entonces, su pluma desafiante ya lo había consagrado como una verdadera amenaza para cualquier gobierno totalitario. Trasladado sin más remedio hacia aquella ínsula, Unamuno pasó algunos años en los que se ganó el respeto de sus habitantes.