Lejos de toda cordura
Prepárese para ver a un Scorsese en gran forma, capitaneando un equipo de grandes artistas del cine, repartidos en varios estratos clave de una película que no tiene una sola lectura.
Desde su inicio, La isla siniestra es uno de esos filmes capaces de explicar por sí solos la leyenda que rodea a un director. Con una salvedad: esta vez, el mito que se corre entre cierto público tiene unas cuantas bases reales. Scorsese no es un ídolo con pies de barro. Se ha erigido a sí mismo a fuerza de sangre, sudor y lágrimas, y no sólo por un acuerdo preferencial con las musas. Cualquiera que se asome a su historia de vida está en condiciones de corroborarlo.
Un alguacil y su ayudante investigan, a mediados de la década de 1950, la desaparición de una paciente psiquiátrica. Un caso mucho más complejo de lo que parece a simple vista. Por varias razones. Para empezar, porque el lugar de donde se esfumó la mujer es una inhóspita isla rodeada de mar helado, donde se aloja a enfermos con un grado de violencia superlativo, que les impide compartir la rutina con reclusos comunes.
Pero eso no es nada. El detective en jefe está allí por un motivo personal, y su sagaz colaborador le suma un dato explosivo al cóctel. Ambos podrían estar siendo hábilmente manipulados por un gobierno que, tratando de ocultar inconfesables experimentos con seres humanos con fines bélicos, los ha enviado a la mismísima boca de lobo para librarse de ellos.
Se ha dicho y escrito mucho acerca del contenido catártico de algunas de las películas de Martin Scorsese. La isla siniestra podría agregarse a esa lista. El tema y el modo de plantearlo son desde el vamos shockeantes. Sin embargo, una corriente extra de angustia, vacilación e ira recorre el relato. Lo admirable es la habilidad del director para romper con el molde de la mera crónica policial, y abrir la puerta de la ambigüedad y lo irracional, para que el espectador sienta de manera inexplicable la liberación de hechos o memorias sublimadas. La representación de los sueños y de los recuerdos, en función de esto, ocupa un lugar muy importante en la película.
Una banda sonora auténticamente sobrecogedora. Un diseño de arte virtuoso, capaz de reconstruir un espeluznante pabellón mental, un campo de concentración, o la barroca sala de una mansión. Grandes actuaciones de Di Caprio, Ruffalo, Kingsley, Von Sydow y muchos otros. Son estas, y muchas otras, las piezas principales de un rompecabezas magistral.