La epopeya de los búhos
Un poco más oscura que algunas de las últimas películas para chicos con leyenda y profecía, Ga''Hoole, la leyenda de los guardianes promete más de lo que termina entregando.
Un joven búho, Soren, emprenderá una serie de aventuras cuando caiga accidentalmente del nido de su familia junto con su hermano. Secuestrado, rescatado y asociado a especies muy diferentes de búhos, Soren emprenderá la búsqueda de Ga''Hoole, un árbol que queda en una isla al otro lado del mar, donde viven los legendarios guardianes, quienes pueden ayudarle a salvar el mundo de los búhos. Se trata, por supuesto, de un viaje iniciático.
La idea, obviamente, ya la hemos visto en otros contextos. Pero ahora hay plumas. Los búhos humanizados permiten que los diseñadores se despachen con una gran cantidad de personajes caracterizados por la distribución de sus plumas: hay búhos chiquitos con ojos grandes, búhos muy blancos, otros con plumas desalineadas, etc.
El gran fuerte de esta película, por lejos, es su diseño de imagen. Se lo ve desde el principio: hay nubes, paisajes amplios y detallados, plumas en las que se percibe cada pequeña parte, movimientos de alas. El espectador puede quedar encantado en los primeros minutos con la profusión de detalles: los ojos, los troncos, las plantas, las gotas de lluvia. Por supuesto, todo esto se luce aún más con la tecnología 3D, que da relieve a la imagen.
Pero finalmente pasa (como pasó en las anteriores películas del director, 300 y Watchmen) que tanto despliegue tecnológico/visual acaba por sonar a hueco. Hay muchísimo trabajo, muchas escenas en cámara lenta para que el espectador pueda apreciar cada mínimo pixel, pero los personajes se desdibujan. Son tantas las cosas que tienen que pasar en esta epopeya de búhos, tanta búsqueda, descubrimiento, gran viaje, batalla, que los episodios se suceden demasiado rápido, no llegamos a sentir realmente nada. Un ejemplo mínimo: se supone que para llegar a Ga''Hoole, hogar de los guardianes, nuestros protagonistas deben emprender un gran viaje. Se lo dice por lo menos cuatro veces. El espectador espera una gran odisea. Pero en pantalla la odisea se resuelve en menos de cinco minutos: llegan a la orilla del mar, salen a volar, hay una tormenta y de pronto ya llegaron. Sin el tiempo para el desarrollo de la extensión o el peligro de ese viaje, no podemos sentir el peligro y, sin eso, no llegamos a identificarnos con los personajes. Hay muchos obstáculos por superar, pero se superan demasiado rápido.
Con todo, la historia es entretenida, si bien un poco "de fórmula"; los personajes no dejan de ser simpáticos (aunque los chistes no funcionen) y uno puede disfrutar de la película.