El errante que va por todo aunque no tenga nada
La tradición oral suele ser tan bastarda como sus personajes. Nadie sabe quién creó esas historias pero tienen vida propia.“La historia principal es de 10 palabras, el otro cuenta 15 y después llegan hasta 50 o más palabras” dice uno de los parroquianos veteranos mientras apuran un trago con sus amigos en un bar de Italia.Los directores de “La leyenda del Rey Cangrejo” adoran ese tipo de relatos que nacen en un lugar y viajan en el tiempo sin destino conocido. Y en este primer filme de ficción, luego de dos documentales, se remontaron hasta un pueblo de Italia en el siglo XIX para meterse en la cabeza de Luciano, más conocido como el borracho, hijo del doctor, y que anda perdido por la vida. “Me siento vacío” le dice a su padre cuando lo rescata de otra noche de alcohol. Luciano es la metáfora del hombre que busca algo que nunca encuentra, y que a la vez no se resigna por no encontrarlo. Es más, tampoco dejará que lo pisoteen por pensar distinto. Y por allí fueron estos jóvenes directores. Porque representaron en esa Italia llena de sumisiones y prejuicios, a la eterna lucha entre patrón y empleados, o entre el poder y los oprimidos. Luciano se enamora de la hija de Severino y no entiende por qué motivo no puede vivir ese amor. De pronto una tragedia lo llevará a huir de su pueblo. No sólo porque el príncipe quiere matarlo, sino porque todos están convencidos que el borracho perdido mató a una persona. La acción siguiente continúa en Tierra del Fuego, un lugar al que los realizadores decidieron identificar con un capítulo titulado “En el culo del mundo”. Ahora Luciano aparecerá como un sacerdote errante. No busca un amor, pero sí un tesoro en medio de la fiebre del oro. Y asegura que él es el mapa para llegar a ese objetivo, pero de la única manera que se puede encontrar el punto exacto es siguiendo los pasos del cangrejo. El filme muta en un western de culto que evoca a Sergio Leone. Y dispara varias metáforas para reflexionar.