No se puede evitar: ninguna franquicia estará a salvo de que la sigan explotando. Después de la secuela de la película de Gore Verbinski, no quedaba duda alguna de que no era necesario seguir jugando con Samara. No obstante, los estudios siempre parecen más interesados en generar dinero que en propagar el arte, y hoy nos llega esta tercera parte que no aporta nada a la saga norteamericana (así la despegamos de la japonesa) de La llamada.
La llamada 3 comienza situando la problemática en el presente. Ahora, difundir un video es mucho más fácil que cuando uno tenía que hacer una copia en VHS. Gracias a internet, todo puede transformarse rápidamente en viral.
Más allá de ese poco original acomodo a los tiempos de hoy, el film comienza proponiendo algo que podría haber sido interesante: la idea de una investigación científica sobre la existencia del alma, un proceso que requiere muchos sacrificios. Bueno, esa trama a cargo del profesor de ciencias, Gabriel (interpretado por uno de los actores de The Big Bang Theory, Johnny Galecki) es dejada de lado poco después de proponerla. Así se da lugar a la que va a ser la trama principal, demasiado parecida a las películas que ya vimos.
Porque evidentemente Samara nunca nos va a dejar en paz, y porque siempre habrá algo nuevo que descubrir sobre ella y su oscuro y perturbador pasado. En este caso, una parejita de enamorados (las primeras escenas entre ellos son empalagosamente melosas, además) van a ser los encargados de bucear en su pasado para poder salvarse. En realidad, será la protagonista femenina esta vez la marcada, la que parece ser llamada para que revele algo oculto con el probable fin de que Samara finalmente esté en paz.
Dirigida por el español F. Javier Gutiérrez (como curriculum tiene en su haber una película de ciencia ficción llamada Tres días), esta nueva entrega es reiterativa y cero inspirada. Los sustos son generados más que nada por golpes de efectos y el guión termina siendo obvio y predecible desde el minuto cero.
Aburrida y sin nada interesante para ofrecer, la película además dura casi dos horas, con escenas (como la del comienzo) que podrían ser totalmente prescindibles. La protagonista Matilda Lutz hace lo que puede con un guión que no escatima en obviedades y situaciones sobreexplicativas y adolece de terror. Samara ya no asusta. Cansa.