La profesora de lingüística Louise Banks (Amy Adams) llega a su clase para encontrar que el aula está prácticamente vacía. Siguiendo el consejo de un estudiante pone las noticias y se entera de algo extraordinario: naves en forma de huevo, aparentemente del espacio exterior, están ubicadas en 12 lugares alrededor del planeta. ¿Quiénes son y qué quieren?
Establecer contacto con los visitantes es una prioridad absoluta, y el coronel Weber del Ejército Estadounidense (Forest Whitaker) recluta a Banks para que use su expertise con la misión de averiguar el lenguaje de los extraterrestres a través de interacciones con ellos y así discernir mejor sus planes.
Basado en un cuento corto de Ted Chiang, “La Llegada” es una película de ciencia ficción convincente que tiene más puntos en común con “Encuentros cercanos del tercer tipo” que con “Día de la Independencia”. Afortunadamente.
Esto queda de manifiesto en como Denis Villeneuve comienza y termina su película: con interacciones humanas, allí es donde la película pone su enfoque. Extraterrestres realmente terroríficos pero sin rayos láser. Una realidad donde sólo resta enfrentar y entender el comportamiento.
En cada una de esas interacciones entre la profesora y los aliens, Banks se acerca cada vez más a la comprensión de la lengua extraterrestre, pero ¿podrá descifrar el código antes de que las naciones más belicistas comiencen una guerra? Irónicamente el guión decide poner a la potencia China como la nación más reaccionaria, cuando, sabemos, es la nación de las estrellas y las franjas la que está siempre dispuesta a bombardear primero y preguntar después.
Los símbolos de tinta con los que se comunican los extraterrestres son una puerta de entrada a la comprensión, que eventualmente conduce a advertencias reales sobre nuestra incapacidad para trabajar juntos como un colectivo global. El lenguaje es universal, pero también es una barrera, y un rompecabezas que vale la pena resolver.
Además de diálogos inteligentes, el guión es capaz de aprovechar al máximo el núcleo -extremadamente- emocional enterrado en el interior de “La Llegada”.
El diseño de producción es especialmente estelar, lo cual es un buen augurio para la próxima secuela de Blade Runner que dirigirá Villeneuve.
Cuando la película persiste en los intentos de Banks de “traducir” el lenguaje de sus cada vez más amigos extraterrestres es cuando el film ofrece nuevas perspectivas sobre nuestro propio mundo.
Las pretensiones de “La Llegada” nunca llegan a ahogar la trama, ni a perder el interés en el desenlace, un triunfo para un género que siempre ofrece un amplio lienzo para hablar de la sociedad y que en general es desaprovechado en pos del espectáculo.