Construido de imágenes de archivos televisivos y testimonios en su mayoría de familiares de víctimas de Cromañon, La lluvia es también no verte, nos sumerge en la peor tragedia no natural de nuestra historia y subraya lo que fue una bisagra cultural y social que aún hoy divide.
El film postula desde su ideología a la lucha social como un genuino motor de cambio, y denuncia la estigmatización que sufrieron los pibes de Cromañon por su condición social y gustos musicales. Uno de los ejemplos que el film aborda es el de la guardería infantil en el baño de Cromañon, una mentira que rompía la empatía entre la sociedad y las victimas y sobrevivientes.
La lluvia es también no verte es un documental con opinión, eso es valioso, pero deja de lado las verdades del otro lado, no hay testimonios para contraponer al de los familiares. Se decidió no entrevistar a Chabán, Ibarra, ni a los músicos de Callejeros, sólo se toma de la TV testimonios que los dejan mal parados y es aquí donde el documental no sólo toma partido (lo cual estaría bien) sino que se vuelve tendencioso, replicando lo mismo que buscaba denunciar, la manipulación de los medios. Y el espectador neutral se pierde la oportunidad de reflexionar con todas las cartas sobre la mesa.
Sin preguntarse comos ni porqués pone en primer plano la responsabilidad de Ibarra, el intendente en aquel momento, haciéndose eco del reclamo actual de los familiares que lo quieren ver preso y hasta refutan la posibilidad que la democracia habilita de ser candidato a otros puestos ejecutivos.
Así, se muestra como un triunfo de los familiares la destitución de Ibarra, algo que fue más un entramado político que un partido (el Pro) llevo a cabo precisamente usando de manera espuria a los familiares como escudo. Ese reclamo que se expone ridículo en vista de otras tragedias similares que ni siquiera le costaron el puesto a intendentes ni aquí ni en el mundo, (y mucho menos la cárcel) muestra que ideológicamente el film tiene el punto de vista de un militante social cámara en mano que no está dispuesto a reflexionar de manera objetiva y poner en contexto un tema que por tan abarcativo lo termina superando. Lo mismo le hubiese sucedido a quién hubiese hecho un documental contemplado sólo el lado de los “victimarios”.
Hacia el final se marca un paralelo que resulta por demás forzado, igualar otras tragedias, accidentes y atentados con Cromañon, todo en la misma bolsa, esa idea que recuerda al “que se vayan todos” del 2001. Se citan casos que ni siquiera tienen como punto en común con Cromañon el contexto, situación o resultado. Recordemos que en Cromañon se hizo justicia, hubo juicios, hubo condenas para casi todos los acusados, músicos y funcionarios incluidos. Paradójicamente ayudado por los medios que tuvieron la noticia en tapa, lo cual es siempre una presión extra para el poder judicial.
En definitiva el documental trasluce las buenas intenciones de los realizadores pero el resultado es tan políticamente correcto que deja a todos con esa mezcla de tranquilidad e indignación que define muy bien a la “clase media bien pensante”.