Lo nuevo del director Miguel Cohan (el mismo de “Sin retorno” y “Betibú”) es también un thriller, esta vez anclado al drama familiar. Carla (Dolores Fonzi) es una diseñadora de joyería contemporánea y vive junto a Santiago (Diego Velázquez), un doctor. Reciben a los padres de ella para una cena, junto a su hermana y su novio. Una reunión familiar.
Si bien Santiago percibe algunas cosas extrañas entre sus suegros, la cena se sucede con la mayor normalidad posible acorde a lo que son las reuniones familiares. Pero esa noche, a altas horas de la madrugada, los despierta una llamada: hubo un accidente y su madre (interpretada por la actriz Paulina García) termina falleciendo en circunstancia particular.
Toda la primera parte está contada desde el punto de vista de Santiago, quien se dedica a observar mayormente en silencio todo lo que lo rodea.
Siento que Elías, el padre de su mujer (Oscar Martínez) tiene actitudes raras que no se corresponden con un duelo, pero al apenas mencionarla a Carla ella siempre las evade. Es entendible, se acaba de morir su madre e incluso sucedió siendo ahorcada por un collar que ella acababa de regalarle, que se enganchó en una de las máquinas que utilizaba para su trabajo.
El principal problema de “La misma sangre” radica en esa división de puntos de vista. Después de casi media película, ésta vuelve atrás y sigue a Elías. Lo curioso es que no termina siendo más que una repetición de aquello que vimos o que sospechábamos, no aporta casi nada nuevo. Elías trabaja como productor lechero y carga con dos fantasmas, el de su padre y el de su hermano.
También se encuentra a la espera de un importante negocio cuya burocracia le impide su agilidad. Esto lo tiene más nervioso de lo que demuestra.
Las apariencias como uno de los temas del film. Sin embargo las cosas no terminarán de retorcerse y ponerse extrañas hasta un último tercio que se siente inverosímil y que no termina de aprovechar las ideas sobre los lazos sanguíneos y el legado que se van plasmando a lo largo del relato.
Porque ahí también está el hijo de Carla y Santiago, quien mejor se relaciona con Elías y a quien pretende trasladarle su conocimiento, su herencia, su legado. Además el film se siente monótono, con un aire de misterio acentuado durante todo el relato cuya resolución deja sabor a poco.
El guion escrito junto a Ana Cohan resulta reiterativo y poco convincente, funciona mejor a la hora de plantear que de resolver. A nivel actoral estamos ante un elenco de lujo. Oscar Martínez apuesta al registro donde no falla (con ecos de “Relatos salvajes” y no sólo a su personaje) pero con un personaje muy oscuro, Diego Velázquez es antes que todo observador, Dolores Fonzi lamentablemente hasta el final no cuenta con un personaje de mucho peso, y Paulina García brilla aun cuando le toca putear en argentino.
Por allí dan vueltas el chileno Luis Gnecco aportando un poco de corazón al film, y Malena Sánchez en un personaje que bien podría no estar.
Y como si fuera poco, el prólogo está protagonizado por Norman Brinski. “La misma sangre” se enreda en medio de una trama que podría haberse desarrollado de manera más simple y efectiva. En su afán de sugerir y finalmente provocar con un retrato oscuro de la burguesía, pierde el eje principal cuando pasa de thriller a culebrón.