La momia es la primera entrega en el “Dark Universe”, una serie planeada de películas que entrelazan los monstruos clásicos de Universal, con Frankenstein, el monstruo de la laguna negra, el hombre invisible y Drácula ya en preproducción. El primer problema del film es que pese a estar en el contexto de este imaginario terrorífico no asusta a nadie y está desprovisto de cualquier sentido de la diversión. El intento de darle toques de humor “a la Marvel” cae en saco roto. Lo que sí tiene es mucho Tom Cruise, pero su star power no salva la película de una momia cuya motivación se siente igual que toda la construcción de este universo: inverosímil.
Cruise interpreta a Nick Morton, un soldado estadounidense de dudosa moral que busca tesoros en Irak junto a Vail (Jake Johnson, que tiene la difícil tarea de ser el alivio cómico del film con un guión que no tiene gracia) y a la aburridísima arqueóloga Dra. Jenny Halsey (Annabelle Wallis en una de las peores actuaciones del año), se encuentran con la antigua tumba egipcia de Ahmanet (Sofía Boutella), una princesa que una vez hizo un pacto con el Dios de la muerte, en un intento por ganar poder. ¿Por qué esta tumba egipcia está enterrada en Irak? la película tiene la primera de varias explicaciones ridículas para eso.
Ahmanet pasará todo el metraje persiguiendo a Nick, mientras tanto irá restaurando su forma al chupar la vida de cada hombre que se cruce en su camino. La idea de una momia mujer, parecía encajar perfecto en esta nueva actitud de Hollywood de darle roles más protagónicos al género femenino, pero ¿cuál es el mérito que la momia sea una mujer si ella requiere de un hombre para completarse como ser?
Hasta el primer acto la trama del film se sostiene a duras penas, para luego convertirse en un asunto monótono y absurdo que despilfarra su potencial para el humor, la atmósfera y el terror, paradójocamente, cualidades que la menos pretensiosa momia de 1999 protagonizada por Brendan Fraser tenía de sobra.
Hay una pequeña idea aquí, que podría haber funcionado: Tom Cruise tratando de seguir siendo él mientras lucha contra el acoso mental de la malvada y seductora Ahmanet. Es una presunción que podría actuar sobre el fuerte de Cruise: el narcisismo de sus personajes, y su fanfarronería encantadora. Desafortunadamente, este producto dirigido por Alex Kurtzman y escrito por un pelotón de guionistas, no transforma nada de esto en una convincente experiencia cinematográfica, y se termina sintiendo como un piloto carísimo de una serie de TV que no queremos ver.