La noticia es que finalmente DC hizo una muy buena película de uno de los personajes principales de su “trinidad” en lo que viene siendo un rocoso camino para construir su universo cinematográfico expandido.
Gal Gadot como la princesa Diana de Themyscira fue lo mejor de la despareja “Batman v Superman: Dawn of Justice”, y ella es todavía mejor, encabezando su propia aventura en solitario. Luego de ver este film, nadie extrañará al encapotado y al hombre de acero. “Mujer Maravilla” no sólo mejora muchas de las deficiencias que encontramos a diario en películas de superhéroes, sino que también le imprime inteligencia, sentimiento y adrenalina en el mejor estilo del viejo Hollywood. Esta es una película pochoclera de las buenas, no importa el género.
Y logra esta hazaña aunque se circunscribe a un tropo del género: la historia de origen, y afortunadamente le escapa al continuismo del DCEU, sin coyuntura “Mujer Maravilla” funciona perfecto.
El film brilla en los detalles. Los chistes estilo Marvel están contenidos, resultando más graciosos en dosis menores, el romance tiene química: la belleza descomunal de la pareja protagonista hace combustión en pantalla, los ojos profundos y oscuros de Gadot y los adorables azules de Steve Trevor (Chris Pine) son una combinación potente, y las peleas tienen un in crescendo natural, de las patadas y piñas, a los sablazos de espada hasta llegar a la lucha de poderes sobrenaturales. Todo resulta orgánico y no forzado. Un tercer acto con algunos agujeros en la trama no hieren la sensación final de diversión e inspiración, no por nada la mujer maravilla es a 75 años de su creación, todavía un icono feminista global.
La directora Patty Jenkins (“Monster” 2003) además de explotar ese costado con gracia y sutilezas, se da el lujo de crear en el proceso una película anti-bélica. La guerra se ve real, con vidas perdidas, miembros separados, campos devastados y huérfanos que nunca se reunirán con sus padres. Las escenas de acción de Diana son emocionantes precisamente porque están destinadas a detener la guerra, no a fomentarla; La idea de una semi-diosa usando el amor para luchar contra la guerra podría sonar inocente (una característica que hace más hermosa a Diana), pero Jenkins le imprime de suficiente carácter al concepto para que resulte sustancioso. Cuando Diana atraviesa la “tierra de nadie” para atacar una trinchera alemana, la icónica serie de televisión del 77 palidece en comparación, y sin embargo la diversión nunca socava el heroísmo, por el contrario lo exacerba de manera genuina, como lo hace el mejor entretenimiento.
La Mujer Maravilla como idea es más grande que la suma de sus poderes. “Pelear no te hace un héroe” dice el guión, lo que decides hacer con el poder que posees es lo que te define. La película trata a un personaje clásico e inspirador para niñas, adolescentes y mujeres con la dignidad que merecía, por fin.