Una de las figuras políticas más importante de Latinoamérica es, sin dudas, José ‘Pepe’ Mujica, quien fue uno de los tantos que sufrió en carne propia los horrores de la dictadura militar uruguaya, y que luego se convertiría a la edad de 75 años en presidente de su país.
El bajo perfil y la humildad, caracterizaron y conformaron la figura pública de Mujica, ampliamente valorada y respetada en el resto del mundo. Pero este año parece ser aún más especial, ya que en el Festival de Venecia estuvieron presentes dos films sobre su vida. El legendario realizador serbio, Emir Kusturica, filmó el documental “El Pepe, una vida suprema”, y por otro lado, el uruguayo Álvaro Brechner rodó “La noche de 12 años”, cinta que retrata el lapso de tiempo en el que Mujica estuvo en cautiverio durante la dictadura.
La película es una coproducción entre Uruguay, Argentina y España, lo que hace levantar -en principio- ciertas sospechas sobre la conformación del elenco, dado que esto fuerza a que el film tenga intérpretes de dichos países.
Del trío principal de la película, el Mujica cinematográfico lo interpreta Antonio de la Torre (España), luego está el Chino Darín (Argentina), y Alfonso Tort (Uruguay). Es decir, hay como disparador todo un desafío: ¿De qué manera puede ingeniarse la película para camuflar los acentos?
“La noche…” no es una cinta biográfica del todo convencional. Hay una decisión de Álvaro Brechner por acercar el film a lo que sería una experiencia casi en primera persona, un ensayo claustrofóbico y agobiante sobre el encierro y la locura que ello desata.
El acontecimiento que sufrió José Mujica (y sus otros dos compañeros) le sirve a Brechner para trabajar con un sonido excepcional que acentúa ruidos pequeños hasta hacerlos incómodos, una fotografía por momentos onírica, el fuera de foco, y demás recursos estilísticos funcionales a la narración.
El relato -que no tiene grandes cargas de diálogo-, debe arreglárselas para llevar adelante casi dos horas de duración con tres personajes aislados entre sí. A razón de darle un poco más de respiro a la historia, Brechner incluye pasajes humorísticos (que se agradecen), y unos flashbacks que permiten reconstruir un poco del pasado de los personajes.
Quizás en esos flashbacks se pierda un poco la fuerza de la película, cayendo en un mayor convencionalismo y una cierta estética publicitaria que le juega en contra, pero hay en su mayor parte un riesgo que es de agradecer: Se retratan 12 años de encierro con un muy buen empleo del montaje. Irene Blecua esconde el tiempo (más allá de los carteles que anticipan el cambio de año) bajo la perspectiva de los tres prisioneros sumidos en la locura.
“Un condenado a muerte se ha escapado”, de Robert Bresson, es claramente la primera influencia que tiene el film, sobre todo al momento de intentar comprender las psiquis de los prisioneros. La película pocas veces se vuelca a mostrar en exceso la violencia física, si no más bien la psicológica, y es ahí donde Brechner vuelve a marcar la diferencia con la decisión que tomaría otro film.
El reparto no tiene fisuras: “La noche de 12 años” sale airosa en ese desafío de las tonalidades, y Antonio de la Torre se muestra comprometido en su rol. El Chino Darín no se queda atrás, en otro papel de riesgo que le permite salirse del mote de galán para mostrar sus cualidades interpretativas. La que si está totalmente desaprovechada es Soledad Villamil, que encarna un personaje sin vuelo.
La película es una muy agradable sorpresa, realizada con un talento visual y auditivo impresionante. La mejor parte radica cuando se acerca al cine más experimental. Álvaro Brechner encontró interesantes herramientas para construir un ensayo sobre la locura, y en ese sentido, la película permite vivir la experiencia casi en primera persona. Es de agradecer encontrar filmes que se arriesgan a ir por más.
Calificación: Muy buena
Escribe Fabio Albornoz, para Ociopatas
Fabio Albornoz (@FabioAlbornoz, en twitter).