Quinn es una adolescente afligida por la muerte de su madre que visita a una médium con el fin de hacer contacto con su progenitora. La médium en cuestión es Elise, aquella extraña mujer que conocimos en la primera entrega de Insidious, que llegaba a ayudar a la familia Lambert. Esto sucede varios años antes de los dos capítulos posteriores y poco tiene en común con el núcleo de aquella historia.
En la sesión espiritista Elise advierte a la joven protagonista que “cuando uno llama a un muerto, los demás escuchan”. Esta es quizás la mejor y más original línea de toda la película y ocurre a los cuatro minutos. Lo que sigue es una sucesión de momentos repetidos y esperables dentro de este tipo de películas, con buenos efectos pero nada novedosos. Quien no haya visto la saga puede sorprenderse en algún tramo y puede resultar más efectivo.
La explotación de esta franquicia solo apunta a los fanáticos incondicionales del género, el resto tendrá una sensación decepcionante de “deja vu”.