Curiosamente, el cine argentino comenzó a poblarse de road movies. Cómo Funcionan Casi Todas las Cosas (2015), Camino a la Paz (2015), No te Olvides de Mí (2016)… Incluso Ataúd Blanco (2015) forma parte del subgénero. Lo que tienen en común estos films es la calidad y el corazón (incluso en el siniestro film de Daniel de la Vega). Lo mismo se aprecia en La Novia del Desierto (2017)
Teresa (Paulina García), una ex empleada doméstica, viaja de Buenos Aires a la provincia de San Juan en busca de nuevos horizontes laborales. Poco acostumbrada a los viajes, pronto comienza a sentirse extraña. Las cosas empeoran cuando pierde su bolso, donde lleva documentos y más documentación personal. Acude a El Gringo (Claudio Rissi), responsable de un negocio ambulante en el que recuerda haber dejado el bolso. No está allí, pero el hombre la ayudará a buscarlo. Un recorrido que fortalece la relación entre dos personas que parecen no tener nada en común. En medio de aquel paraje desértico, Teresa encontrará algo todavía más valioso para sí misma.
La ópera prima de Cecilia Atán y Valeria Pivato logra, dentro de la road movie, un equilibrio entre un drama y una historia romántica, lejos de las convenciones habituales (para empezar, los protagonistas son cincuentones). El drama es contado mediante flashbacks, casi a la manera de precuela, en donde se muestra la vida anterior de Teresa y su relación con Rodrigo (Martín Slipak), hijo de la familia para la que trabajaba y al que crió como propio. He aquí otro mérito de las directoras: saben dosificar información, con un gran trabajo de elipsis, de modo que el espectador va armando la película como un rompecabezas.
Los pilares del film son Paulina García y Claudio Rissi. La actriz chilena interpreta a Teresa con los gestos exactos, como un ser contenido al que de pronto se le abre un nuevo mundo y debe aprender va sobrevivir en él. Rissi compone a un individuo curtido, con calle, con noche, no tan diferente a los que suele encarnar, pero aquí no se explota el aspecto más oscuro y peligroso sino el más dulce y afable. La química entre ambos genera escenas entrañables; la tensión inicial da pie a un vínculo en la que, si bien se oculta más de lo que se dice, irá creciendo con el correr de los kilómetros. Mención especial para Slipak: con muy pocas escenas logra darle carnadura a un personaje crucial en la vida de Teresa.
La Novia del Desierto es de una humanidad y una sensibilidad infrecuentes. Es la prueba de que se puede hacer una película tierna y esperanzadora sin subrayar ninguno de esos elementos y sin perder dinamismo en la narración. Además, deja en claro que nunca es tarde para el amor.