La artista Graciela Traquini debuta como directora con esta curiosa película escrita por Andrés Duprat, una especie de híbrido entre documental y ficción sobre la figura del arquitecto suizo Le Corbusier.
El film tres líneas narrativas (por así decirlo): por un lado, la figura del arquitecto reflexionando en francés sobre el arte y la vida a través de las calles de La Plata retocadas digitalmente; por otro la de un arquitecto (Daniel Hendler) devenido en guía y su forma de trabajar con la gente, intentando ser más simpático de lo que le sale mientras recorre una y otra vez la Casa Curutchet; y por el último, simplemente fotografías de arquitectura tomadas por Mario Chierico que terminan de ilustrar los conceptos.
A nivel narrativo lo más interesante está sin dudas en Elio, este personaje interpretado por Elio. Porque además de ver repetidas veces su modo de guiar la visita y contar lo mismo una y otra vez, también nos introduce de a ratos a su vida personal relacionada con la figura del arquitecto, cómo llegó a él y cómo de estudiar arquitectura terminó trabajando de guía.
Si bien no estamos ante un personaje precisamente querible o encariñable (es algo intolerante y por momentos hasta patético, como cuando quiere seducir a una de las visitantes), el carisma del uruguayo le brinda mucha frescura a una película que fácilmente podría haber caído en un producto pretencioso y snob.
Es que más allá de lo ambicioso de conjugar estos diferentes registros y líneas, de abordar a una figura que por ahí alguien ajeno a la arquitectura ni siquiera conoce, el film cuenta con una efectiva simpleza reforzada por la voz en off de este Le Corbusier y su modo de amar la arquitectura desde el mismo momento en que se toma un lápiz y se pone a dibujar. Por último, resaltar el gran momento que es ese reencuentro final, o esos reencuentros finales.
El admirador con su admirado, y el arquitecto con la casa que diseñó pero nunca pudo ver en persona. “La obra secreta” es una película interesante en su modo de homenajear al arquitecto, por sus formas y maneras de conjugarlas.
Es también la forma que encontró Traquini de hacer cine a través del arte que conoce, de cuestionar y discutir ideas con sus personajes, un experimento que salió sin dudas muy singular, en el mejor de los sentidos.