Todos le tememos a la oscuridad. Imagínense si ésta cobra vida y se propusiera invadir el mundo, succionando a las personas, provocando el Apocalipsis.
Bueno eso es lo que sucede en La Oscuridad.
Detroit está en tinieblas. Casi no hay rastros de vida en los alrededores. Sólo unos pocos están tratando de sobrevivir: Luke (Hayden Christensen), un presentador de noticias; Rosemary (Thandie Newton), una madre angustiada por la desaparición de su hijo; James (Jacob Latimore), un niño que espera a su madre, y Paul (John Leguizamo), un proyectorista de cines. Los cuatro se refugian en un bar con generador, ya que la única manera de estar a salvo de la noche eterna y de los entes negros que se allí surgen es estando a la luz. Por supuesto, eso no impedirá que el Mal trate de devorarlos.
Luego de dirigir comedias independientes con elementos románticos y dramáticos, el director Brad Anderson se sumergió en el cine de suspenso y terror. Primero con Session 9, acerca de unos obreros (encabezados por David Caruso y Peter Mullan) que la pasan muy mal en un hospital psiquiátrico abandonado. Luego vino su mejor película hasta la fecha: El Maquinista, un descenso a los infiernos protagonizado por la versión más raquítica de Christian Bale. Siguió con Transsiberian, coproducción europea estelarizada por Woody Harrelson, Ben Kingsley, Emily Mortimery Eduardo Noriega. Y supo dirigir un interesante capítulo del unitario Maestros del Horror. A diferencia de la mayoría de sus colegas actuales en el cine de horror, Anderson no recurre a los efectos gore ni a efectismos; lo suyo pasa por los climas y las actuaciones, y por generar miedo en base nuestros terrores y fobias y secretos más primarios y ocultos.
La Oscuridad tiene algo de sus obsesiones, incluso ahora la amenaza es a una escala gigante. Pero se queda a medio camino.
Hayden Christensen —el fallido Anakin Skywalker— demuestra que, si bien no es un actor desastroso, tampoco le alcanza para llevar adelante una película. Está acompañado por Thandie Newton y por John Leguizamo, pero, aunque el personaje de la Newton tiene más carga dramática, no alcanza para sentirse muy identificados con ellos porque nunca llegamos a conocerlos demasiado bien, y nunca hay química entre los sobrevivientes.
El concepto de gente encerrada a merced de una amenaza exterior remite al cine de John Carpenter y a los films de muertos vivos de George A. Romero. También hay paralelismos con La Niebla, devastadora película de Frank Darabont, basada en una novela de Stephen King. Pero Anderson no consigue imprimirle el nivel de tensión ni el ritmo como los que manejaban los mencionado directores, y cae en la monotonía. Y el final, aunque muy abierto, es bastante predecible.
El paisaje apocalíptico está logrado. Las primeras secuencias, en las que se muestran las reacciones de los protagonistas ante las malas nuevas (calles atestadas de coches abandonados, gente que se desvanece, un avión estrellándose) son lo mejor de la película. Recuerda a Exterminio, de Danny Boyle, que también se nutría de obras literarias como El Día de los Trífidos, escrita John Wyndham, y Soy Leyenda, a cargo de Richard Matheson. Y también es acertado que nunca se expliqué por qué pasa lo que pasa, como en las películas de zombies de Romero.
La Oscuridad pudo haber sido un buen film, pero sin garra ni buenas actuaciones, termina... en las sombras.