Que el cine argentino se anime cada vez más al cine de género es una buena noticia. En los últimos años hubo muchas películas que lograron destacarse, cuando en una época nos definía más que nada el género costumbrista o el drama de autor.
Y “La parte ausente” es un film que apuesta a la ciencia ficción, a un relato post apocalíptico argento. Pero hace falta más que una buena idea y ganas de hacer algo distinto. Y la ópera prima de Galel Maidana parte de una premisa interesante pero su historia se va tornando cada vez más densa hasta llegar a tener demasiadas aristas que no terminan nunca de encajar.
El principal atractivo de la película es sin duda Celeste Cid, con el pelo rosa y su belleza intocable, como Lucrecia, una especie de femme fatale, que contrata a su protagonista, el detective Chockler, para seguir a un misterioso científico. Su protagonista masculino Eduardo Ajaka está demasiado monoexpresivo pero los secundarios de Ziembrowski y Pfening aportan un poquito más.
El film se pasea entre la ciencia ficción y el cine noir pero siempre tomándose muy en serio, tanto que su estética “berreta” (no como algo malo, pero que sin duda acá no funciona) termina desentonando por completo. Como si esto fuera poco, el guión no ayuda a llevar adelante la intricada trama, con un desarrollo poco profundo de los personajes y algunos agujeros narrativos.
A la película le falta actitud, una idea que la encierre. A la larga termina siendo un mosaico de elementos que intentan demasiado construir un universo apocalíptico (y oscuro, casi no hay luz en todo el film), pero se olvida de generar una verosimilitud en forma atractiva.
Ni siquiera los personajes están del todo delineados, adolesciendo de llamativa falta de profundidad en su desarrollo. Eso conspira para que entendamos el porqué de muchas de sus acciones. Sin dudas una película floja, que podría haber sido muy interesante pero se queda en la mitad de la ruta.