Perdonar aunque duela
Últimamente, y por culpa de Hollywood, cada vez que los cinéfilos vemos la palabra remake nos da un poco de escozor y motivos hay de sobra; pero en el caso de La Patota esto funciona distinto y de alguna manera, llega para dar un poco de esperanza sobre futuras nuevas versiones de películas clásicas.
El film original fue realizado en 1960 por Daniel Tinayre y la protagonista era Mirtha Legrand. El contexto social era muy distinto al actual: la mujer recién estaba comenzando a conquistar sus derechos, por lo que una historia como esta, era algo innovador para el cine de ese entonces y también lo era para Legrand, quien hasta el momento sólo había protagonizado historias banales. Por otra parte, en la película de Tinayre se pone en juego la moral católica, como un intento de conquistar al público más conservador de esa época.
En esta nueva versión, dirigida por Santiago Mitre, nos encontramos con varias similitudes pero también con las diferencias necesarias para adaptar el argumento a la actualidad, lo que también hace que el espectador pueda llegar a empatizar más rápido con las situaciones que se plantean.
Esta vez, la moral católica desaparece y lo que se pone en juego es la moral política y social. Paulina (Dolores Fonzi) es quien lleva a adelante su bandera por intentar cambiar la sociedad (o por lo menos una porción de ella) mediante la educación y manteniendo esta premisa aún luego de sufrir una violación por parte de un grupo de chicos que concurren a su clase.
El protagónico de Dolores Fonzi es uno de los puntos más fuertes de la película. Su actuación deja en claro cómo fue creciendo actoralmente y que puede pasar casi cualquier desafío. Otro actor a destacar es Oscar Martínez, quien hace de Fernando, padre de Paulina y juez de la Nación, quien se encontrará en una encrucijada potente cuando tiene que decidir como juez, pero a la vez, tiene que escuchar cuáles son los deseos de su hija, aunque vayan en contra de todos sus principios. Ambos protagonistas tienen actuaciones estupendas y compenetradas por completo con los personajes.
Desde la parte visual se puede destacar una excelente fotografía de Gustavo Biazzi, además de los paisajes de la selva misionera, pero de todas formas, el guion es el que se lleva todos los galardones. Por momentos es incómodo y pone al espectador a debatir internamente en dónde se pararía ante una situación como la que vive la protagonista o como la que le toca a su padre. También el debate se puede centrar en si nos encontramos delante de una víctima cegada o de una mujer con los ovarios bien puestos que se desafía a sí misma, pero que no busca venganza.
Santiago Mitre logró, una vez más, captar al público con La patota y eligió una buena historia para contar desde su visión. Ojalá sirva de ejemplo para las próximas producciones que quieran rescatar esas joyitas que el cine nos supo dar.