Las listas de películas que jamás llegaron a existir suelen ser fascinantes. Sea por problemas de presupuesto, por el contexto sociopolítico, un buen número de producciones quedan sin concluir. De hecho, la mayoría no pasan de los storyboards. Incluso es habitual en Hollywood, y varios directores consagrados padecieron esa situación. El Napoleónque iba a dirigir Stanley Kubrik es un ejemplo paradigmático. Y casos como el de la adaptación de la novela Duna por parte de Alejandro Jodorowsky y Superman Lives, de Tim Burton, dieron pie a documentales. Y Terry Gilliam estuvo durante años en esa área por su demorada versión del Quijote.
Argentina también tiene una buena cantidad de proyectos inconclusos, tanto a nivel industrial como del lado de la independencia. En La Película Infinita, Leandro Listorti recopila gran parte de ese material.
Con narraciones ocasionales de Rosario Bléfari y Edgardo Cozarinsky, la película está conformada por escenas (algunas sin sonido), pruebas de cámara y otros fragmentos de films perdidos u olvidados, de diferentes épocas, géneros y presupuestos. Se suceden imágenes de producciones ambiciosas, como el primer intento de adaptar la novela Zama, de Antonio Di Benedetto, por parte de Nicolás Sarkis en 1984. Desfilan planos de Ceibo y Taba, la que iba a ser la ópera prima de Santiago Calori (periodista y director de Un Importante Preestreno). Surgen partes de películas a cargo de Mariano Llinás, Martín Rejtman y Alejandro Agresti, probando que hasta los cineastas nacionales con más prestigio pasaron por esa situación. Un caso especial es el de El Eternauta: se ven secuencias de la versión animada de 1968, dirigida por Hugo Gil, y también por allí es posible descubrir algo de la anunciada y nunca producida adaptación de Lucrecia Martel.
Listorti no agrupa cada fragmento según un orden establecido (recién al final, durante los créditos, figuran los títulos de los films utilizados), y tampoco le imprime un intento de narración clásica, sino que hay un caos buscado desde el principio. De esta manera, funciona como una experiencia cinéfilo-sensorial para devotos del séptimo arte.
La Película Infinita podría haber sido un documental rutinario acerca de films que lo lograron ser, y hubiera quedado un trabajo muy interesante y valioso. Sin embargo, Leandro Listorti eligió un camino diferente. El resultado no es para todo el público, y hasta puede terminar siendo abrumador, pero gana en audacia y originalidad.