Es una grata sorpresa que este film llegara a nuestras salas. "La prima cosa bella" ha ganado muchos premios en su país y en el resto de Europa durante 2010 y su llegada era esperada para confirmar sus reconocimientos...No había visto nada de Paolo Virzi, su realizador antes, así que era una buena oportunidad para acercarse a su visión del mundo...
"La primera cosa bella" que ve Bruno (Valerio Mastandrea) en su vida es su madre. Cuando la historia comienza, pensamos que él simplemente es un celoso enfermizo, cuando avanza sabemos que es sólo infeliz. No ha intentado, como su padre, poder dominar a su madre, pero sufre cada vez que ella se cae y Anna sólo se ríe con los ojos llenos de lágrimas mientras canta alguna canción.
Su hermana, Valeria (Claudia Pandolfi), es una chica entre fantasiosa y tonta que ellos han protegido para que no viera la realidad: que no supiera a ciencia cierta cuán violento era su padre, lo celoso que era, si tenía o no fundamentos, si él era un santo o no.
Cuando se produce un evento especial (concurso de belleza) empezarán a desatarse los ataques de celos de un marido duro y de carácter fuerte, con disciplina militar que ella disculpa todo el tiempo pero no sabe manejar. Será a partir de esto cuando toda la vida de los chicos cambie y su infancia, de alguna manera, quede amputada...Bruno crecerá para convertirse en profesor. Será incapaz de entregarse a una relación con el mismo fervor que lo hace a las drogas, pero su hermana en persona lo arrastrará a acompañar a su madre que está en etapa terminal del cáncer.
¿Una pista? Anna, su madre (Stefanía Sandrelli, nada menos) no es una enferma común. Está llena de vida. De amor. Sonríe. Se siente plena, a pesar de enfrentar una quimio que podría poner punto final a su existencia, es de esos personajes en los que se puede ver como la sangre hierve en sus venas. Bruno tiene sentimientos encontrados que están anclados en su pasado y que se reactualizan en este complejo presente. La película propone al espectador una visión centrada en su óptica, reflexiva y contradictoria, lo que le da a "La prima cosa bella" una conexión inevitable con el complejo de Edipo y sus ecos de una forma sutil pero tangible.
El estilo de narrativa es excesivamente local y con eso me refiero a que mezcla de comedia y drama constante, pasa de los tópicos habituales de esta geografía, de la presencia de la comida, del machismo; la mujer infartante y la intensidad de las pasiones en juego en cada cuadro.
Posee un romanticismo marcado que con su pátina tiñe cada una de las imágenes y le da la tonalidad justa pa
ra transmitir aquello que el director desea.Trabajada en una paleta cromática bien romántica, el film evita los excesos de los colores vibrantes para que nada opaque la brillante actuación de Sandrelli, quien regala los momentos más bellos del film con su sensible interpretación, médula y sostén de todo el escenario que presenciamos a lo largo del film. Esta (la relación madre-hijo que ellos corporizan) será el eje vincular que definirá todas las otras para él.
Además, para aquellos que disfruten del cine italiano hay claras referencias a su época clásica ya que ella llega a actuar de extra en un film de Marcello Mastroiani y él ve el diario con las carteleras de lo que se está estrenando, recurso del neorrealismo italiano que ataba al drama individual con un contexto para irse a lo mundial.
Es un film sensible, lleno de momentos más bien femeninos y eso se debe a que los fuertes roles de los personajes de Anna y Valeria, invaden cada espacio vital en la pantalla.
No se van a arrepentir de verla en cine, quizás sea un poco lacrimógena si son demasiado sensibles, pero no es un film menor. Merece una oportunidad.