Pasiones comunes a todas las épocas
La guerra embrutece a los hombres, y también los cansa. Un veterano elige desertar, y podría morir por ello, pero un joven noble lo reconoce como su maestro y le da su protección. Ahora èl deberá convertirse en protector y maestro de la esposa de ese joven, una muchacha casada contra su voluntad y amada por tres hombres: el marido, el anterior enamorado, y uno que está por encima de ellos en jerarquía e inteligencia. Corrección: no la aman tres, sino cuatro. Es un ambiente de intrigas, gente irritable, y distintas formas de entender el amor, y de atender a la mujer, que, en principio, no atiende ni entiende a todos ni mucho menos.
Esta historia bien puede transcurrir en nuestros tiempos. Su autora la ubicó en Francia, 1562, plena guerra entre católicos y hugonotes. Por entonces el promedio de edad no era demasiado alto, la gente sacaba su espada por cualquier motivo, aun entre compañeros de armas, y las mujeres tenían escaso derecho a recibir instrucción y dar opinión (al menos públicamente). Pero la princesa de esta historia tiene algo en la cabeza. El desertor va a enseñarle a leer y escribir. La ayudará a pensar y decidir por sí misma, con aprobación inicial de su marido. Un día, el anterior galán y el jefe militar (futuro rey del país) llegan al castillo. Otro día, ella irá a la corte. No es lo único que ocurre.
La escribió, un siglo más tarde, Madame de Lafayette, a quien varios consideran creadora de la novela psicológica, o al menos propulsora de narraciones bastante verosímiles, más inspiradas en personas de carne y hueso que en héroes y dioses lejanos. Su vida misma se pareció un poco a la de su princesita, casada muy joven, cultivada al punto de eclipsar a su marido en los salones, el rey admirado de su inteligencia y discreción, en fin. Hace años hubo una adaptación bastante pesada de su novela más famosa, «La princesa de Clèves».
La que ahora vemos no tiene nada de pesado, incluye unas buenas escenas de acción, algún desnudo, respetable simplificación de datos históricos para evitarle confusiones o cansancios al espectador, una simplísima pero intensa escenificación de la Masacre de San Bartolomé, y, en particular, una buena mirada sobre sentimientos aún más intensos, lindamente expresados. Los intèrpretes son buenos, empezando por Lambert Wilson (el prior de «De dioses y de hombres») y la blonda Mélanie Thierry, los diálogos suelen ser exquisitos, y el desenlace es ejemplar. Autor, el veterano Bertrand Tavernier, que ya supo lucirse en otras películas «de época» bastante actuales.