El calvario del pueblo armenio.
La anécdota que enmarca a priori a La Promesa (The Promise, 2016) nos sirve para ubicar a la película en su justo lugar y sopesar la importancia del tópico que analiza: si bien ya existieron con anterioridad propuestas que trataron de manera directa o indirecta el genocidio armenio a manos de los esbirros del otrora Imperio Otomano durante un período que abarca principalmente la Primera Guerra Mundial, como por ejemplo El Destino de Nunik (La Masseria delle Allodole, 2007) de los hermanos Paolo y Vittorio Taviani, hoy estamos ante el primer film hollywoodense que se mete con la temática, circunstancia que generó que en IMDb la obra tuviese miles y miles de votos antes de su estreno comercial a nivel global, la mayoría de los cuales eran lapidarios y respondían a los esperpentos negacionistas musulmanes. La jugada, amparada por un estado turco que jamás reconoció la masacre, terminó siendo contraproducente porque avivó aún más el interés del público.
Este opus de Terry George, un guionista y director británico de larga trayectoria, se vale de la fórmula patentada por David Lean, esa centrada en las épicas románticas/ históricas aunque en esta oportunidad sin el tono acartonado y el humor chauvinista de antaño, para construir una denuncia tardía pero muy eficaz en torno a los pormenores del que fue el primer genocidio del siglo XX. Aquí el “conflicto del corazón” está siempre latente como cabía esperar, no obstante se le asigna una trascendencia narrativa inusitada -para lo que suele ser el estándar de las producciones a toda pompa de Estados Unidos- a un contexto sociobélico que se lleva por delante a cada uno de los protagonistas y sus familias. El desempeño de George, sobre todo en lo que respecta al entramado general de los vínculos y el desarrollo de la persecución, es realmente interesante y deja entrever la vigencia del esquema clásico cuando se lo pone al servicio del talento y la consciencia política libertaria.
De hecho, La Promesa logra sacarle lustre a la vieja premisa del triángulo amoroso con una dignidad que asombra, ahora entre Mikael Boghosian (Oscar Isaac), un boticario armenio de un pueblo del interior del Imperio, Ana Khesarian (Charlotte Le Bon), una instructora de danza -también de origen armenio- que vivió un tiempo en París, y Chris Myers (Christian Bale), un periodista norteamericano que cubre la guerra. Cuando Mikael utiliza el dinero de su arreglo matrimonial para viajar a Constantinopla a estudiar medicina y allí conoce y se enamora de Ana, la relación generará un dilema en primera instancia con Maral (Angela Sarafyan), la bella joven de su pueblo con la que debería casarse, y luego con Chris, el novio de Ana. El relato apuesta a la sutileza y deja muchas cosas en el terreno de lo “no dicho” ya que rápidamente se decide a profundizar la descripción de la cacería, la expulsión y los asesinatos masivos de armenios a lo largo de esta fase consagrada a la limpieza étnica.
George reconstruye con gran precisión el calvario que padecieron las minorías no islámicas debido a un proceso sistemático de separación de las familias -y ni hablar de los amantes y amigos- con vistas a hacer marchar a los cristianos hacia el desierto o trasladarlos a campos de trabajo esclavo o directamente acribillados en cualquier lugar y circunstancia, ya sea bajo el accionar de pogromos y/ o de la milicia turca. La felicidad del comienzo y las dudas sentimentales posteriores, en Constantinopla, de a poco se transforman en elementos casi nimios frente a la sombra amenazante de la muerte y sus múltiples encarnaciones. La fotografía de Javier Aguirresarobe, apuntalada en un digital muy bien aprovechado, tiene su contrapunto perfecto en el excelente desempeño del elenco en su conjunto. El realizador sale airoso tanto en el campo retórico tradicional como en lo referido al enclave testimonial, redondeando una epopeya a la vieja usanza que satisface las expectativas acumuladas, ilustra con convicción lo acaecido un siglo atrás en la frontera entre Europa y Asia, y ayuda a reparar la memoria histórica para salvarla de los cómplices actuales de las atrocidades…