En 2013 llegó a los cines The Purge -conocida en Argentina como La noche de la expiación-, que presentaba un concepto interesante: en un futuro inmediato, durante doce horas, Estados Unidos legaliza la tortura y el asesinato. Algunos ciudadanos eligen resguardarse en sus casas, protegidos por sistemas de seguridad, pero la mayoría aprovecha la ocasión para liberar sus instintos más salvajes. La película costó alrededor de 3 millones de dólares y recaudó cerca de 100, y marcó el inicio de una saga cinematográfica y de una serie de televisión. Además de que las recaudaciones continuaron siendo satisfactorias, la segunda parte, The Purge: Anarchy -conocida en Argentina como 12 horas para sobrevivir– terminó de darle fuerza e identidad a la premisa, mezclando acción, suspenso y terror. También reafirmó su impronta digna de John Carpenter (el guionista James DeMonaco supo escribir la remake de Asalto al precinto 13). Sin embargo, el agotamiento se hizo inevitable. La Purga por siempre intenta revitalizar la historia.
En esta oportunidad, la acción ocurre en una ciudad de Texas. Llega la Purga, algunos se ocultan, otros salen de cacería, se cumplen las doce horas… pero la Purga continua. El grupo de sobrevivientes de turno incluye a una pareja de mexicanos, que habían llegado para tener una mejor vida, y una familia de terratenientes locales. Cuentan con unas pocas horas para cruzar a México y evitar la matanza descontrolada.
Además de funcionar como entretenimiento vibrante, esta franquicia nunca le escapó a las interpretaciones políticas y sociales; al fin y al cabo, la Purga es una excusa para deshacerse de los pobres y de las minorías. Pero aquí hay un mayor énfasis en esas cuestiones, sobre todo por el lado de la inmigración y el racismo. De hecho, cuenta con presencia mexicana delante y detrás de cámara que le aporta un fuerte sabor latino a la propuesta. Aunque los asesinos son mayormente supremacistas blancos, DeMonaco y el director Everardo Gout hablan de entendimiento y tolerancia a través de los sobrevivientes estelares. Y en el tercer acto también involucran a los nativos americanos, más allá de que lo mejor de este tramo final sea la impronta de western.
Ana de la Reguera y Tenoch Huerta sobresalen en el elenco. Sin dejar de ser personajes arquetípicos, pero le aportan el suficiente corazón a la película como para acompañarlos en los momentos más desesperantes. Josh Lucas tiene el rol más ambivalente -hasta cierto punto al menos- como un gringo adinerado que no tolera a los mexicanos, y el veterano Will Patton cumple en su papel de ranchero compasivo y contestatario.
La Purga por siempre fue anunciada como la última de la saga. De ser así, sería el cierre digno de una idea a la que ya se le terminaron las doce horas.