Elogio del divorcio
Parecería ser que los franceses solo pueden hacer una película: historia de sexo/amor con sabor amargo y silencios "profundos". Si le gusta esa película, puede ir a ver La quise tanto. Si no, a otra cosa.
Las cosa empieza con un plano frontal de una mujer que llora desconsolada (Florence Loiret Caille) y la voz en off de dos personas: un hombre y una mujer (con tono de persona mayor), que deciden que la mujer tiene que irse a la casa de la montaña. Después hay un auto, la misma mujer llorosa, dos nenas en el asiento de atrás (ahí entendemos que esta mujer es madre) y a un costado Daniel Auteuil, que no entendemos bien quién es, todavía. Pasan días en una cabaña en el sur de Francia, la mujer sigue muy angustiada, no entendemos nada, y de pronto, porque sí, la mujer dice en voz alta: "Me dejaron". Ahí entendemos finalmente (con un recurso bastante extraño) qué es lo que está pasando: a esta mujer, madre de dos hijas, la abandonó su marido. ¿Y quién es Auteuil? Ah, después nos vamos a enterar de que es su suegro, el padre del esposo abondonador. Ahá, ¿el suegro? ¿Por qué el suegro se llevó a la nuera abandonada a su casa de montaña? No importa mucho, porque acá es todo muy francés. Pero después finalmente entendemos: se la llevó ahí para poder contarle su propia historia de amor adúltero. O sea, todo lo que vimos hasta acá es una excusa para entrar en la historia que realmente le interesa a esta película.
Finalmente llegamos a la historia de amor de Auteuil, tan fracés él, tan francesa su historia, tan francés el contexto de contarle a la futura ex nuera su historia de amor adúltero. No vamos a entrar en detalles de esta historia, tan pasional (se sabe, en Francia amor = sexo en cuarto de hotel), tan cargada de sentimientos, de conversaciones, de música romántica. Sí, todo es muy prolijo, linda fotografía, lindas actuaciones, muy linda chica. Todo muy lindo. Y todo tan "interior".
La cuestión se termina resumiendo en una historia de conformismo patético (que la propia película condena, en un movimiento que nos aleja definitivamente de los personajes con los cuales nos intenta involucrar) y en una curiosa moraleja a favor del divorcio y en contra de lo que se opone al amor (aunque el amor implique abandonar a la familia). Todo tan francés.