Un pescador humilde de Corea del Norte se dirige como cada día a ganarse el pan para su familia. No tiene mucho más que un bote, pero parece estar cómodo con su vida, junto a su mujer e hija a las que indudablemente ama.
Su ambición está puesta ahí, en mantener esa familia. No obstante, aquel día la red se atora en el motor y sin pretenderlo termina cruzándose a Corea del Sur.
Las dos Coreas son muy distintas, y a partir de ese momento, este pobre hombre terminará luchando para poder regresar a su hogar y en el medio se expondrá un estilo de vida muy distinto al que están acostumbrados en su país.
Desde que es capturado, es torturado física y mentalmente, sumido en un perverso juego mental que intenta forzarlo a confesarse como espía, seducido con cosas que nunca vio y nunca va a tener en su país, y maltratado sólo por querer seguir siendo fiel al lugar de donde proviene.
Una sola persona, con una razón personal, confía en él e intenta ayudarlo sin mucho éxito. Pero a la larga las dos Coreas son dos países esclavizados, uno por un tirano, el otro por el capitalismo. El cine de Kim Ki Duk no es fácil, accesible.
Y acá se toma su tiempo para desarrollarlo pero no llega a ser tan gráfico como ha sabido serlo. De hecho si algo se diferencia de lo que suele destacar a su filmografía es de eso y al mismo tiempo del uso de diálogos.
El director que incluso llegó a filmar una película sin una línea de diálogo (Moebius) acá a sus personajes los hace hablar (y escribir a su protagonista) bastante. La metáfora a la que alude el título es demasiado obvia.
Esa red no es sólo aquella que se traba en el motor del bote del protagonista, sino también la que lo atrapa a él en una ideología de extremos, y ningún extremo nunca es bueno, cualquiera lo sabe.
El film se torna duro, extenso, reiterativo. No es el Kim Ki Duk mejor logrado, aunque sí sabe generar molestar e incomodidad. Nunca se nos es indiferente. El realizador se divide, no toma postura, muestra dos caras de la misma moneda, dos tipos de falta de libertad y sus contradicciones.
Para eso también aprovecha la fotografía, oscura, sabiendo crear climas tensos y deprimentes. La red no termina siendo una de las películas más logradas del director.
Al contrario, se termina sintiendo obvia, en la construcción de personajes, de metáforas y especialmente a la hora de realizar una crítica política y social. Interesante, clara, pero poco inspirada.