A partir de la investigación de un equipo de documentalistas (aquellos que fueron el centro de “El diario de los muertos”), un grupo de soldados deciden viajar hasta una remota isla donde la amenaza mutante todavía no ha hecho estragos. Este último bastión de paz sobre la Tierra no es el paraíso prometido: incluso en medio de la muerte y de un enemigo común más poderoso, sediento de sangre e incontrolable, los hombres –dos familias irlandesas para ser más precisos- izan diferentes banderas con respecto al tratamiento que se debe dar a los zombies.
Unos no dudan en aniquilarlos con certeros tiros en la cabeza, los otros prefieren mantenerlos prisioneros, educarlos para que se alimenten de carne no humana y esperar que la ciencia finalmente encuentre un antídoto para su cura. El problema es que nadie parece estar dispuesto a ceder e su impertérrita postura.
Esta nueva entrega de la saga de George A. Romero, la sexta dirigida por el realizador, comienza precisamente seis días después de que los muertos empezaran a levantarse de sus tumbas. Sin la crítica al sistema ni las connotaciones sociales que lo convirtieron en un director de culto, los cuidados efectos visuales -donde casi no quedan rastros de las técnicas más bizarras de antaño- y una historia que no da respiro alcanzan para hacer de esta nueva secuela un filme entretenido y digno de su género.