El director ruso Svyatoslav Podgaevskiy consiguió cruzar fronteras con su película anterior “La Novia”. Si bien en ella utilizaba como premisa una antigua práctica (la de fotografiar muertos) en un contexto rural ruso, luego devenía en una de terror más bien al estilo hollywoodense.
“La sirena” parte de un mito conocido (todos sabemos qué son las sirenas y cuál era su función) pero lo combina con el terror sobrenatural y crea algo distinto que pretende ser novedoso.
Viktoriya Agalakova (la misma protagonista de “La novia”) vuelve a interpretar a una joven que está por casarse. Dos estudiantes que justo antes de la boda reciben de parte del padre de él las llaves de una vieja casa al lado de un lago.
Cuando el novio visita la casa, una noche en que se junta con amigos, es sorprendido por una mujer que le provoca un magnetismo tal que llega a besarla. Ese atisbo de infidelidad será el menor de los problemas para la joven muchacha ya que pronto descubren que es el fantasma de una chica que fue abandonada por su enamorado y ahora busca constantemente reemplazarlo.
Si no se le da lo que quiere, se lleva a tu amado. La película se sucede entre un sinfín de escenas reiterativas y explicaciones a las que los protagonistas muchas veces llegan porque sí. Incluso en la resolución todo parece azaroso, con una construcción pobrísima tanto de personajes como del conflicto. Tampoco, hay que decirlo, hay mucho de sirenas.
Si bien la película apunta más al subtítulo de la película (“El lago de los muertos”), acá la figura de esta “sirena” ni siquiera aparece como algo seductor que pretenda confundir (mucho menos con cola de pescado). Es un fantasma, no más que eso, y de esos vemos todo el tiempo en el cine de terror y generalmente de maneras mil veces más interesantes.
Como sucedía con la película anterior del director, aquella al menos un poco más entretenida y lograda, no estamos ante un exponente de cine de terror ruso propiamente dicho. Bebe tanto del cine mainstream estadounidense que incluso se distribuye doblada al inglés (acá hay dos opciones: verla doblada al inglés y subtitulada, o verla doblada al español, pero no en su idioma original).
El resultado es una película de terror que ni asusta ni entretiene, se torna reiterativa y aburre, al mismo tiempo que no tiene mucho sentido. Poco inspirada y lograda, ni siquiera sus actores, su protagonista que aporta todo lo que está a su alcance, parecen creer en ella. A la larga, lo más aterrador que tiene la película es la pregunta que su protagonista recibe a cada rato: ¿Me amás?