Una de espías con el estilo de Soderbergh
Hoy por hoy Steven Soderbergh se da el gusto de encarar el género que se le antoja. Su independencia se lo permite. En este caso transita una historia de espías internacionales y lo hace con una notable transparencia de estilo. Aunque un poco a la manera de la saga Bourne.
Además de dirigir, Soderbergh también tomó a su cargo la fotografía y el montaje. Por lo tanto, se puede decir que estamos frente a un filme de autor.
Las acciones se desarrollan en Barcelona, Dublin y Nueva México y el director utiliza una iluminación diferente, ajustada a cada escenario. Aun así, el conjunto posee una notable unidad formal y una estructura narrativa sustentada sobre flasbacks según un simple orden mental.
La historia comienza en un bar situado sobre una carretera de la zona norte del Estado de Nueva York. Allí una joven se encuentra con un muchacho, pero la conversación concluye abruptamente cuando él le arroja a ella, en su rostro, una taza de café, lo que deriva en pelea brutal.
Luego sabremos que la chica se llama Mallory Kane, que es una ex marine, experta en artes marciales y un agente secreta que se ocupa de tareas que los gobiernos no pueden autorizar o realizar a la luz del día.
La "agenda laboral" de Mallory es manejada por un tal Kenneth (McGregor), quien alguna vez fue su amante. Y el padre de la muchacha es un afamado escritor de novelas.
Mallory conduce una operación destinada a rescatar a un periodista chino secuestrado en Barcelona, a quien un funcionario norteamericano de nombre Alex Coblenz (Douglas) y un español (Antonio Banderas) quieren sano y salvo.
Apenas regresada, Mallory es convocada por Kenneth para realizar otra misión, en este caso en Dublin, en complicidad con el elegante agente secreto Paul (Fassbender).
Pero allí es traicionada y a partir de ese momento debe hacer valer todas sus habilidades para escapar de las persecuciones ejecutadas por sabuesos de diverso pelaje, y de paso tomarse venganza de quienes la traicionaron. Y en esta tarea es implacable.
El relato va y viene en el tiempo y puede confundir al espectador desatento. Posee un ritmo sostenido, al estilo de las películas clase B de otras épocas.
Incluye un inteligente uso de la música en función de la historia, y aun tratándose de un filme de acción, Soderbergh optó por recurrentes planos secuencia, que permiten apreciar en toda su magnitud las escenas de persecuciones y luchas cuerpo a cuerpo.
Hay un elenco de primeras figuras del cine actual, pero la historia tiene como eje a Gina Carano, quien es una actriz mediocre, pero excelente en su especialidad, que son las artes marciales.