Ningún ritual se compara con el de una buena fiesta. ¿Qué mejor oportunidad para distenderse entre buena compañía, música, tragos y diversión? Pero incluso en esos contextos suelen desatarse conflictos. No por nada el cine se nutre de estos eventos, aunque sea como punto de partida para el resto de la trama. La Última Fiesta (2016) va por ahí.
Alan (Nico Vázquez), Dante (Alan Sabbagh) y Pedro (Benjamín Amadeo) son grandes amigos desde chicos. Aun siendo distintos entre sí, los une un vínculo muy fuerte, y saben darse apoyo mutuo en las malas. Cuando Dante tiene problemas con su pareja (Paula Carruega), Alan aprovecha para organizar una fiesta y levantarle el ánimo. Pero no una fiesta cualquiera: su trabajo como vendedor inmobiliario le permite acceder a la residencia de un acaudalado y detallista individuo (Fabián Arenillas). Aprovechando su ausencia durante un fin de semana, se lleva a cabo el jolgorio. Una noche de alegría, de descontrol… Al día siguiente, notan que falta un cuadro de aparente valor incalculable. Pronto descubrirán que, sin quererlo, se metieron en un ámbito repleto de criminales que no dudarán en eliminarlos si no recuperan lo que se perdió. Una situación que pondrá a prueba el lazo que une a Alan, Dante y Pedro.
El regreso del tándem Nicolás Silbert-Leandro Mark sigue la línea temática de su film anterior, Caídos del Mapa (2013) en la que un grupo de compañeros de colegio debían estar unidos para sortear problemas externos dentro de un colegio. Para La Última Fiesta se inspiraron en las comedias con excesos que Hollywood estrena de manera continua. Especialmente, las películas de Todd Phillips, y no sólo por ¿Qué Pasó Ayer? (The Hangover, 2009) y sus secuelas: desde Viaje Censurado (Road Trip, 2000) hasta la reciente Amigos de Armas (War Dogs, 2016), Phillips siempre habla de amistad. Sin embargo, así como los films de Ariel Winograd se inspiran mucho en la obra de Judd Apatow, sin llegar a calcarla, a Silbert y Mark les cuesta un poco más despegarse de ciertos tópicos de aquellos largometrajes, como determinados escenarios y la caracterización de algunos personajes. De todo modos, esto no afecta el funcionamiento de la película, que nunca deja de ser una intensa y desopilante odisea.
El trío de protagonistas se lleva los aplausos. Nico Vázquez interpreta al galán, al líder, al que sigue adelante aun cuando todo se complica; un papel a la medida del actor. Alan Sabbagh encarna a un guardia de seguridad de un museo que vive atemorizado de mostrar su talento como dibujante, y Benjamín Amadeo se luce como un muchacho bondadoso con ciertas limitaciones, aunque suele tener arranques dignos de Adam Sandler en algunos de sus films. Por su parte, Eva de Dominici es una femne fatale de buen corazón; Roberto Carnaghi, el libidinoso padre de Alan; César Bordón compone a un asesino con oscuros secretos (y problemas matrimoniales), y la hermosa Paula Carruega brilla en sus intervenciones. Hasta los personajes más secundarios tienen su lucimiento.
Además de ser muy divertida, La Última Fiesta es otra prueba de que la comedia argentina está pasando por un momento de frescura gracias a una indispensable renovación. Dan ganas de ver nuevamente a estos tres amigos sorteando nuevos problemas, pero siempre demostrado que la amistad todo lo puede.