Dos diseñadores web norteamericanos que llegan hasta Moscú para vender su nuevo producto turístico cruzan medio mundo sólo para descubrir que fueron traicionados por uno de sus intermediarios. Destruido su sueño de convertirse en multimillonarios de la noche a la mañana, deciden aprovechar su estadía en Rusia para conocer algunos de los boliches más populares de la ciudad. Allí se cruzarán con dos compatriotas que organizaban sus vacaciones gracias a la aplicación para celulares que ellos mismos habían creado. En medio de la noche, un apagón generalizado es seguido por la caída de cientos de luces. Lo que en un principio parecía ser un fenómeno extraño, resulta en la invasión extraterrestre más agresiva que jamás se haya imaginado.
“La última noche de la humanidad”, título local para “The darkest hour” es otra cinta de alienígenas obsesionados con las riquezas de nuestro mundo. Al ser pura energía, son invisibles a nuestros ojos, por lo que el diseño de efectos visuales se enfocó en los aspectos del clásico cine catástrofe (ciudades en ruinas, puentes colapsados, explosiones varias) y no tanto en el look de los visitantes. Esta falta de atención es puesta de manifiesto en los pocos segundos en los cuales podemos llegar a vislumbrar a los aliens, quienes parecen salidos de un videojuego de segunda selección.
Especialmente en su segunda mitad, el relato carece de toda lógica y la cohesión desaparece por completo. Una secuencia íntegra demuestra la falta de continuidad y la necesidad de estirar el metraje en detrimento del (pobre) hilo narrativo que se veía desarrollando hasta ese momento. El sector masculino del elenco demuestra un oficio que deja en evidencia la falta de talento de las actrices elegidas para ser la carnada de estos extraterrestres hambrientos de energía eléctrica y humana.