"El orgasmo precede la esencia"
La Vie d’Adele – Chapitres 1 et 2 es, claramente, la película más polémica del 2013. Pero, ¿por qué dejar que la polémica pase por encima del arte que derrama en cada fotograma esta gran obra de Abdellatif Kechiche? Los que quieran hablar de las escenas de sexo explícito, que lo hagan. Los que quieran hablar de cómo el director exprimió a sus actrices hasta el hartazgo y el desgano en el rodaje, o los entredichos en cuanto medio aparecieron, adelante. Allá ellos y su corta visión para recordar una película pura, directa y contundente. Los demás tendremos en nuestra memoria una de las películas románticas más tiernas, conmovedoras y realistas que ha dado el séptimo arte en los últimos años.
Kechiche se apropia de la novela gráfica de Julie Maroh, El azul es un color cálido, para dar su propia visión no sólo de lo femenino, sino del arte en general. El guión está excelentemente bien cuidado, y la historia está tan bien contada que no le sobra ninguno de sus casi 175 minutos de duración (sí, casi 3 horas). En ese espacio temporal tenemos trazada la evolución de un personaje impactante, personificado por la bellísima y talentosa Adele Exarchopoulos, que hace un trabajo descomunal a lo largo de toda la película… su película. Porque, si bien Lea Seydoux también brilla con luz propia (¡la escena de su aparición en el bar es increíble!), Adele se lleva todos los elogios por sostener un papel muy complicado, con muchos picos dramáticos y mucha exigencia física. Pero en fin, eso es la vida misma, por eso Kechiche le cambió el título a la historia y la resignificó en esta obra tan profunda.
Para no extenderse más, simplemente cabe destacar uno de los tantos momentos geniales que tiene la película, plagada de escenas simbólicas, que sirven como explicación o contestación a aquellos –incluyendo a la autora de la novela original- que denuncian que el film tiene una “mirada masculina” y está dirigida al público masculino. En una escena en particular, en la que Emma (Seydoux) ofrece una fiesta para celebrar una exposición con sus amigos, mientras Adele atiende a todos con una delicadeza y dedicación loables, se abre la discusión sobre la diferencia entre el placer masculino y el femenino. Allí, uno de los personajes, el único varón entre un pequeño círculo de mujeres, sostiene que estas experimentan mucho más los placeres de la vida, sobre todo el orgasmo, siendo el de los hombres limitado y el de las mujeres místico. Kechiche justifica su adaptación brillantemente, hablando a través de este pasaje del guión:
“En la medida que soy un hombre, todo lo que miro es frustrante, por los límites de la sexualidad masculina,” dice el personaje mientras sus amigas alrededor devoran el spaghetti, incluso quitándoselo a él de su plato. “Desde que las mujeres son pintadas en los cuadros se ve su éxtasis más que el del hombre, que muestra el suyo a través de la mujer. Vemos a las mujeres bañarse, las vemos…” y es interrumpido por una amiga que dice “L’origine du monde” (El origen del mundo), casi en un gemido mientras chupa la salsa que se derramó en la mano. “Los hombres intentan mostrarlo desesperadamente, lo que significa que lo vieron” continúa el personaje, casi indiferente. Las amigas a su alrededor, todavía sumidas en su cena, cotejan la idea de que quizás los hombres imaginaron, desearon o apenas fantasearon con eso, a lo que el artista finalmente concluye: “Miren en sus ojos esa mirada a otro mundo. El arte de las mujeres nunca refleja el placer de las mujeres.”
En resumen, cada uno de los planos y las escenas de La Vie d’Adele no pudieron haber sido filmadas mejor que como fueron hechas. Kechiche es un genio, y Adele su musa.