Los directores Franco Verdoia y Pablo Bardauil presentaron en el BAFICI su segundo largometraje, La Vida después, que llega ahora a las salas comerciales, un relato sobre el ocaso de un matrimonio.
Juan y Juana (Carlos Belloso y María Onetto) se quieren y se amaron mucho a lo largo de los veinte años que estuvieron casados. Pero hoy su matrimonio llegó a un final y cada uno lo asimila y sigue con su vida como puede, aunque esa separación no significa separarse del todo y siguen acompañándose, ayudándose, y mirándose con cariño.
Verdoia y Bardauil construyen a dos personajes sin mencionar demasiado de cada uno, para que podamos conocerlos un poco a través de actitudes, miradas y acciones, pero un poco, sólo lo necesario. Mientras el film comienza como una película más sobre una separación, con un punto de vista marcado, cerca de la mitad del film se produce una ruptura. Hay un cambio en el punto de vista, en el tono de la película, y de repente comenzamos a cuestionarnos lo que vimos anteriormente.
Es a partir de ese momento que la película va a transitar por diferentes terrenos. En el medio entre ellos dos hay una tercera figura que deambula, interpretada por Rafael Ferro.
Sería injusto para el espectador adelantar algo sobre los lugares a los que la trama va conduciendo, pero vale decir que el guión está construido con mucho cuidado y, aunque algunas cosas se hayan decidido dejar en el aire, abiertas, nada es casual en él.