Esta semana se cierra con el Día de la Mujer y oportunamente se estrena La voz de la igualdad, una biopic inspirada en la historia real de Ruth Bader Ginsburg, abogada pionera en la lucha por la igualdad de derechos de las mujeres, y la segunda mujer en convertirse en miembro de la Suprema Corte de los Estados Unidos. Además en 2018, esta luchadora feminista también fue la protagonista del documental RBG, filme nominado a mejor largometraje documental en la última edición de los Oscar.
La voz de la igualdad se inicia en 1956, año en el que Ruth es una de las seis mujeres que ingresa a Harvard para estudiar leyes. En una cena de camaradería para darles la bienvenida, el decano las invita a presentarse y darle “una buena razón” que justifique por qué están ocupando un lugar que debería ser para un varón. Ese comienzo ya nos habla del clima adverso y de los muchos obstáculos que debía enfrentar una mujer con aspiraciones a ser algo más que un ama de casa en esa época.
A pesar de todo, Ruth sigue adelante y emprende una lucha tenaz por la igualdad de derechos que será la idea fuerza a lo largo de toda su carrera. Además de ser profesora universitaria, ella decide que los jueces tienen que aggionarse ante el cambio de época y entender los cambios en la sociedad y el rol de las mujeres a partir de los ’60, lo que implicaba revisar numerosas leyes que hasta ese momento consagraban la discriminación por género.
La película está bien contada y resulta entretenida e interesante, a pesar de que se centra en temas legales que atañen a la Corte Suprema de EEUU y los vericuetos del sistema judicial estadounidense, que difiere del nuestro en el sentido de que los jueces no fallan sobre la base de un código, sino de los antecedentes que forman la jurisprudencia sobre la que se apoyan los
principios jurídicos aplicables y las futuras decisiones emanadas de los tribunales.
El filme matiza ese debate, que podría ser un tanto árido, con el romance entre Ruth (muy bien interpretada por Felicity Jones) y su marido y colega, Marty (buen trabajo de Armie Hammer), y la vida familiar, especialmente la relación entre madre e hija adolescente, lo que le aporta una dimensión humana al personaje de esta mujer diminuta que se plantó ante la injusticia como si fuera una gigante y cambió la historia de su país.