Lady Macbeth es la ópera prima de William Oldroyd, un drama poco convencional con una fuerte figura femenina como protagonista. En pleno siglo XIX, Katherine es desposada a la fuerza con Alexander. En una época donde lo que se espera de una mujer es su eterna devoción, sumisión y fidelidad a su marido y hogar, Katherine no logra hallarse. Especialmente con un marido que parece despreciarla y que ni siquiera la toca.
Y si a eso le sumamos la figura de un suegro posesivo e igual (o más desagradable), la vida de Katherine no parece destinada al mejor de los finales.
Pero entonces su marido viaja y se queda sola en esa enorme casa que la mantiene encerrada. Su única compañía por unos días es la fiel criada, presencia que luego se tornará vital. En esos momentos encuentra la libertad que necesitaba para poder respirar entre tanto corset y encierro. Y se deja llevar por Sebastian, uno de los empleados que se convertirá en su amante y objeto de deseo.
Con él siente todo lo que nunca iba a sentir si seguía las reglas. No obstante hay dos figuras que siguen estando presentes y amenazan con quitarle toda libertad. Su suegro y su marido. Y Katherine, dejándose llevar por su pasión y deseo hacia Sebastian, tomará las decisiones más terribles e inesperadas. A la larga, Sebastian saca a la luz un costado de Katherine que ni ella misma conocía, primero a partir de lo que le hace sentir en la cama pero luego develándole de todo lo que es capaz.
Como si todo esto fuera poco, la aparición de una mujer y un niño que dicen ser apadrinados por Alexander terminará de agregarle leña al fuego.
Entonces Lady Macbeth (que está basada en la novela rusa "Lady Macbeth en Mtsensk" de Nikolái Leskov que adapta Alice Birch, que también es el primer largometraje que escribe y llega a las pantallas) comienza a tomar tintes más oscuros e inesperados.
Florence Pugh como Katherine logra brindarle mucha fuerza y carácter a su personaje, aunque lo haga siempre desde un lado sutil, a través de miradas fuertes que dicen más que las palabras, y de gestos que ella misma logra creerse.
Es una heroína atípica, porque al mismo tiempo es villana.
Prácticamente sin una banda sonora, haciendo que el silencio (mejor dicho, los sonidos ambiente) lo torne todo más opresivo, el film cuenta además con una notable fotografía a cargo de Ari Wegner que hace un gran uso de locaciones e interiores más austeros de lo que uno podría esperar, lejos de toda ostentosidad.
También el vestuario forma parte fundamental del retrato, desde los vestidos que la hacen sentir aprisionada al camisón que se quita con miedo frente a su marido.
Un drama de época con agregados de suspenso, "Lady Macbeth" es un retrato por momentos algo frío y que va incrementando su tensión hasta llegar a la resolución. Aquella que la encuentra a Katherine en apariencia en un lugar parecido a donde empezó, pero con un viaje emocional a cuestas que la transformaron por completo.
Así, no esperen encontrar ni una adaptación de Shakespeare ni un drama romántico de época. "Lady Macbeth"es más oscura y original en su idea de retratar el empoderamiento femenino.