La historia como entretenimiento. La fantasía de los viajes en el tiempo ha nutrido gran parte de la historia de la ciencia ficción. El desarrollo de las ciencias, especialmente de la física cuántica y las teorías sobre los agujeros de gusanos, han otorgado a los escritores herramientas (y viceversa) para narrar complejas historias para volver al pasado, viajar al futuro y poder ser partícipe de los hechos sobre los que los historiadores realizan sus trabajos académicos y los periodistas su oficio. Las Aventuras de Peabody y Sherman (Mr. Peabody & Sherman, 2014) reelabora un segmento de un programa de dibujos animados de fines de los años cincuenta y principios de los sesenta que emitía la televisión norteamericana, intitulado Peabody's Improbable History. Hoy Dreamworks decidió retomar los personajes y su temática para contar una nueva historia que comienza narrativamente con la explosión social que condujo al proceso político de la Revolución Francesa y más tarde en el presente con el primer día escolar de Sherman.
¿Cómo se puede hacer aún más entrañable la historia del pequeño perro que adopta a un niño? Así habrán pensado las mentes que decidieron que la clásica serie de TV llegue a la pantalla grande, y con agregado de 3D, en “Peabody y Sherman”(USA, 2014), dirigida por el experto en la materia Rob Minkoff (“El Rey León”, “Stuart Little”). Acá ya sabemos que va a haber un perro con una capacidad intelectual superior, y no sólo, obviamente, para su especie, sino sobre los hombres, que un día encuentra un pequeño abandonado (Sherman) y decide iniciar el proceso de adopción. ¿Por qué si los humanos adoptan perros un perro no puede hacer lo mismo?” se pregunta el juez encargado de definir el caso de Peabody, y tras una respuesta satisfactoria se pone a diseñar la mejor estrategia educativa para su hijo. Pero Peabody es frío y distante, los libros y las computadoras lo han convertido en un ser hiper racional, que deja ante cualquier situación los sentimientos de lado. Y todos bien sabemos que en la crianza de un hijo/a es uno de los componentes esenciales. Tiene que haber mucho cariño y amor hacia ellos. Sherman acepta las condiciones de vida y enseñanza de su padre y a diferencia de éste tiene algunos problemas, ya no de aprendizaje, sino de asimilación de conocimientos y rapidez de aplicación de conceptos (nunca entiende una broma nerd de Peabody, por ejemplo). Será por esto que el padre diseñó una extravagante máquina para viajar en el tiempo y así contarle en vivo y en directo la historia a su hijo. De esta manera Sherman posee un sinfín de datos y registros históricos que de otra manera quizás no hubiese podido saber. Todo parece ideal, pero tras un pequeño incidente con una compañera de escuela llamada Penny, la custodia de Peabody sobre Sherman es puesta en duda por la temible y burocrática señora Gruñona (quien tiene el convencimiento que el perro es una mala influencia sobre el niño), quien decide organizar una cena con los padres de la joven para suavizar la situación.Pero Sherman complica todo cuando, tras un millón de intentos fallidos de “conectarse” con Penny, la invita a viajar en el tiempo. Y ahí comienza la aventura, porque Penny se pierde en el tiempo. Una verdadera enciclopedia visual ante nuestros ojos, es lo que atravesaremos y viviremos. Eras y épocas pasarán de la mano del perro más inteligente del mundo y su pequeño hijo. La revolución Francesa, el antiguo Egipto, el Renacimiento italiano, tan sólo algunos de los muchos momentos claves de la humanidad a los que asistiremos gracias a estos anfitriones. Hay tres mensajes claros en la película que fueron trabajados con gran tino por el director. Por un lado tenemos el elogio al conocimiento (¡vivan los nerds!), principalmente para aquellos seres que con su inteligencia pueden atravesar situaciones y construir su historia de la mejor manera. Por otro tenemos un trabajo fino sobre la incorporación del distinto (dejando claro que, por ejemplo, con el bullying no se llega a ningún lado y que el otro también me define). Y por último hay una reivindicación de algunos miedos, claros y específicos, que surgen a la hora de criar un hijo. La identificación con alguno de estos temas hacen que la empatía con la película sea inmediata. “Peabody y Sherman” resulta una entretenida aventura de viajeros en el tiempo con algunas escenas entrañables (atentos al racconto de la infancia de Sherman musicalizado con “Beautiful Boy” de Lennon) y las ganas de traer personajes que siempre se mantuvieron en el imaginario popular de los clásicos dibujos animados.
"Viaje en el tiempo" Entrar a una sala de cine, sentarse, ponerse los anteojos 3-D y literalmente viajar en el tiempo para volver a sentirse como el niño que fuimos en algún momento y poder reírnos sin prejuicios de situaciones absurdas, personajes completamente increíbles y una historia divertida que tiene el merito de aportar un granito de arena a la cabeza de grandes y chicos. Literalmente, eso es lo que sucede cuando ves “Las aventuras de Peabody y Sherman”, una de las películas de animación más divertidas y logradas de este abultado año en materia de entretenimiento de este estilo. Basada en los segmentos de dibujos animados “El señor Peabody y lo improbable de la historia” que acompañaban a “Las aventuras de Rocky y Bullwinkle” allá por la década del 60, esta producción cinematográfica completamente descabellada cumple con creces el objetivo de entretener de principio a fin a cualquiera que se anime a verla. Dirigida por Rob Minkoff, el realizador responsable de (pónganse de pie y saquen sus pañuelitos de papel) “El Rey León” y otras pequeñas joyitas como “Stuart Little” y “El reino prohibido”, vuelve a la animación exactamente 20 años después de la clásica historia de Simba y Mufasa para ofrecer en esta oportunidad una historia cuya premisa lo es todo. El señor Peabody (la voz original es la del actor Ty Burrell) es el perro más inteligente del mundo. Además de recibir su titulo de doctorado con mención perrorifica en Harvard y ganar un premio Nobel, Peabody logró convencer a la justicia de los Estados Unidos para que le permitiera consumar un hecho insólito en todo el planeta: Adoptar un niño, a quien posteriormente llamará Sherman (Max Charles) y a quien criará como su propio hijo. Si todo lo anterior no les resulta lo suficientemente bizarro (no dejemos pasar el insólito punto de que es un perro al que llaman “señor” y vive una vida completamente humana), falta lo mejor: Peabody tiene una máquina del tiempo con la cual realiza viajes al pasado para poder enseñarle a su hijo la verdadera cara de la historia. “Todo aquello que, lamentablemente, los libros no relatan”, según sus propias palabras. A través de este peculiar método de enseñanza, y sumergidos en la vorágine que propone el film, descubriremos por ejemplo que la revolución francesa se inició básicamente por la devoción que tenia María Antonieta por las tortas, que Tutankamón era un niño bastante caprichoso (y el pueblo de Egipto bastante divertido) o que Leonardo Da Vinci entre sus miles de inventos tenía un niño robot bastante tétrico, además de una relación más que conflictiva con la poco sonriente Mona Lisa. Gracias al guión de Craig Wright (increíblemente, uno de los guionistas de “Six Feet Under”) y a un trabajo de animación que aparenta simple pero cuida hasta el más mínimo detalle (observen con atención la nariz de Peabody y comprobarán lo que les digo), “Las aventuras de Peabody y Sherman” adquiere un ritmo frenético y dinámico del cual es imposible despegarse, convirtiéndose así en una verdadera necesidad de parte del espectador que los realizadores supieron satisfacer eficazmente. Pequeños tintes de emoción y cuotas de humanidad en un relato en el que cada 60 segundos hay algo que genera una sonrisa es la frutilla del postre que se agradece constantemente en la película, sobre todo llegado el momento en el que le gritamos a la pantalla “Yo también soy un perro”. Y si nos vemos obligados a resumir toda esta enorme aventura en tan solo una frase, difícilmente exista otra más contundente que aquella que dice: “Todo perro merece tener un niño”. Verdades absolutas si las hay.
Los cortos de Peabody y Sherman fueron dibujos animados de vanguardia en los años sesenta (ver nota en el link) que marcaron un antes y un después en este arte. Las historias formaban parte de un segmento que presentaba la serie, Las aventuras de Rocky y Bullwinkle, que revolucionaron la televisión en aquella década. Realizados con muy bajos presupuestos y una animación limitada, los cortos trascendieron por el humor bizarro y la sátira social que brindaban los argumentos. Debido a esta cuestión, la serie fue un gran éxito internacional en su momento porque capturó la atención de niños y adultos. Algo que no tenía antecedentes en los dibujos animados. Mucho antes que existieran Los Simpsons o Padre de familia, estas producciones se burlaban de la sociedad norteamericana y en el caso de Peabody y Sherman, de los grandes próceres de la historia. Unos auténticos pioneros en llevar el contenido bizarro a los dibujos infantiles que siguen teniendo influencia en las cosas que vemos hoy en día. La reciente película de Lego es un claro ejemplo. Rocky y Bullwinkle tuvieron la desgracia de ser arruinados en el cine con el film mediocre, protagonizado por Robert De Niro, que se hizo en el 2000. Peabody y Sherman contaron con mejor suerte. Con este proyecto el director de El Rey León y Stuart Little, Rob Minkoff, volvió a la animación después de 20 años. Minkoff hizo un excelente trabajo en este film a la hora de acercar estos personajes a una nueva generación de niños y al mismo tiempo mantener el espíritu de lo que fueron los dibujos originales. Cuando se adaptan series televisivas de animación en el cine mucha veces ocurre que al expandir las historias se termina por distorsionar a los personajes, como ocurrió con la primera película de Tom y Jerry en 1992. En el caso de Peabody y Sherman, el director Minkoff logró desarrollar el origen y la relación de los protagonistas, que incluye algunos momentos emotivos, sin perder el foco de esta propuesta. Los viajes en el tiempo y los enredos con los personajes históricos son la principal atracción del film que brinda algunos diálogos desopilantes. El humor que tenían los cortos originales está muy presente en la película y la verdad que Minkoff fue muy respetuoso en esta cuestión. Reitero, dentro de la animación estos personajes son icónicos por la tremenda influencia que tuvieron décadas después y es genial que este film quedara en manos de un artista que supo tener presente esta cuestión. Algo para destacar también es el excelente desarrollo que tiene el personaje de la niña, Penny, que se la presenta desde un enfoque muy negativo al comienzo de la historia y luego cambia sus actitudes a partir de las aventuras que vive con los protagonistas. Impecable también, en la versión en castellano, la interpretación de Peabody que brinda el actor mexicano Adrián Uribe, que evoca el modo de expresarse que tenía el perro en el inolvidable doblaje de la serie de los ´60. Me encantó esta película y creo que es otra gran propuesta familiar de animación que se suma a la cartelera.
Dos semanas antes de su estreno en los Estados Unidos, llegan a nuestras pantallas el Sr. Peabody y Sherman, estos encantadores personajes creados por Ted Key que aparecieron por primera vez a finales de la década de los ‘50 -principios de los ’60- en los segmentos “Peabody’s Improbable History” de las series animadas de TV “Rocky and His Friends” y “The Bullwinkle Show”, producidas por Jay Ward. Sr. Peabody (voz de Ty Burrell), no es el típico perro Beagle. Es el más inteligente que existe en el mundo. Científico ganador del premio Nobel, titán de los negocios, inventor, explorador reconocido, medallista olímpico, gourmet y genio, este can ha conseguido muchas cosas en la vida… hasta convertirse en el padre adoptivo de un niño humano, Sherman (voz de Max Charles). En definitiva ¿qué tan difícil puede ser para él? Peabody posee la genialidad de Einstein, el ingenio de Oscar Wilde, la audacia de Indiana Jones, las habilidades deductivas de Sherlock Holmes, el refinado estilo de James Bond y la destreza culinaria de Mario Batali. Su único desafío es estar al tanto de su adorado hijo, de quien aprende la única cosa que incluso un genio tiene de descifrar, la crianza. La historia que desarrolla el divertido film animado de los estudios DreamWorks, dirigido por Rob Minkoff (uno de los directores de “El Rey León”), es que Sherman, en su primer día de escuela, se ve involucrado en una pelea con una compañera de clase, Penny Peterson (voz de Ariel Winter), por lo que, ante este incidente, la agencia de adopción podría quitarle el niño a Peabody, quien decide arreglar la situación invitando a los padres de ella (voces de Stephen Colbert y Leslie Mann) a disfrutar de una cena para limar asperezas. Claro que las cosas se complican cuando Sherman decide, inocentemente, mostrarle a Penny la máquina del tiempo -VaPaTrás- que inventó Sr. Peabody para experimentar la historia en carne propia. Ella, accidentalmente, va a parar al antiguo Egipto. Las aventuras comienzan cuando padre e hijo deben ir a rescatarla. Un enredo tras otro propician que el trío termine viajando no sólo a la tierra de los faraones sino que pasan por Italia, donde se encuentran con Leonardo Da Vinci (voz de Stanley Tucci) y su Mona Lisa (voz de Lake Bell) y más tarde se cruzan con Agamenón (voz de Patrick Warburton), comandante de las fuerzas armadas griegas durante la Guerra de Troya. Encuentros con otros grandes de la historia también están a la espera para estos intrépidos viajeros del tiempo, incluyendo Van Gogh, Einstein (voz de Mel Brooks), Lincoln y Shakespeare, entre muchos otros. Todo el asunto empeora aún más cuando este excesivo uso de la máquina (y el romper alguna que otra regla) provoca un agujero en la continuidad del espacio-tiempo, causando estragos en los eventos más importantes en la historia y una alteración entre el pasado, presente y futuro. Además de encontrar la manera de solucionar todo este lío, el Sr. Peabody tiene que enfrentarse, al reto más importante y difícil de todos a los que se ha enfrentado en su vida: ser padre. Sin dudas, esta entretenida película es una gran propuesta cinematográfica (que se exhibirá en formato 3D) que asegura el disfrute no sólo de los más chicos sino también de los más grandes. Gran dirección, muy buen guión y desarrollo de personajes. Algo para destacar es el doblaje latino (no contamos con la información sobre copias subtituladas) que aquí resulta muy llevadero.
Un viaje de aprendizaje A priori, la idea de una remake de Mr Peabody sonaba, por lo menos, dudosa. El hecho de reflotar un dibujito de los 50’s, prácticamente desconocido hoy en día y que encima tenía pretensiones educativas, era un proyecto arriesgado. Sin embargo, mediante un guión vertiginoso y una animación contundente, Rob Minkoff (el director de El rey león) logró dotar de vida a este par de personajes que, de otra manera, hubieran quedado sepultados en el limbo de la televisión antigua. Mr. Peabody es un perro super inteligente. Es un científico premiado con un premio Nobel, consejero de jefes de Estado, quiropráctico con licencia y virtuoso guitarrista de flamenco. No obstante, como él mismo explica al público al comienzo de la película, su mayor desafío es ser padre. Junto a Sherman, su hijo, recorre la historia con WABAC, su máquina del tiempo. Hasta ahí, todo viene bien. Los problemas aparecerán cuando Sherman tenga problemas en el colegio, y esos problemas lleven a las autoridades a plantearse si él puede, como perro, criar un hijo humano. Entre viajes a distintos momentos históricos (el antiguo Egipto, el Renacimiento, la guerra de Troya) la nueva película de Dreamworks indaga una problemática que la serie original, por impericia o por irrelevancia, elegía no mostrar: la relación padre – hijo de Peabody y Sherman. Con un elenco que incluye a Leonardo Da Vinci, Agamenón y una aparición brillante de Bill Clinton, Las aventuras de Peabody y Sherman (Mr. Peabody & Sherman, 2014) despliega un humor versátil, que funciona tanto para los chicos como para los grandes, y, como los mejores profesores, educa entre chiste y chiste.
Secretos que tiene el tiempo La película, estupendamente dirigida por Robert Minkoff ("El rey León"), logra una historia divertida, con un humor fino y familiar, ritmo efervescente y música muy alegre. La historia está basada en una serie de televisión de gran éxito en Estados Unidos. La serie data de fines de los años "50 y cuenta la historia de un perro excepcional y su mascota, un niño. El perro, Peabody, es un grande en los negocios, deportista experto, gran científico, calificado como olímpico y ahora tiene un desafío, criar la mejor mascota del mundo, su hijo. Y se va a dar cuenta que estar al lado del pequeño Sherman y educarlo, debe ser una de las tareas más difíciles del universo. El problema surge cuando Sherman conoce a Penny, una nena poco simpática que a él le gusta. Tanto, que le contará el secreto que prometió a Peabody no revelar. La máquina del tiempo que hace viajes interespaciales y intertemporales. Como el amor hace que uno entregue todo y haga solo lo que la dama quiera, Sherman muestra a Penny la máquina y la prueban. Por supuesto, el problema es que después no pueden parar de viajar y Penny no quiere volver y se cometen errores que se deberán arreglar. DELICIOSOS PERSONAJES La película, estupendamente dirigida por Robert Minkoff ("El rey León"), logra una historia divertida, con un humor fino y familiar, ritmo efervescente y música muy alegre. En cuanto al diseño de personajes más allá de los históricos, Einstein, Agamenon, Da Vinci, o los brutales gladiadores son un prodigio de simpatía, calidez facial y un cierto carisma en la persona del perro, que es como la versión adulta de "Peanuts", la recordada historieta de Charles M. Schulz. Algunos momentos llamativamente remedan otros filmes como el momento de enfrentamiento entre Peabody y los padres de la niña que recuerdan otra secuencia fílmica, la de "Un Dios salvaje", la última película de Roman Polanski. Sherman y su padre tendrán que meterse en el espacio sideral para arreglar los problemas históricos que se suscitaron. Será el momento en que presente y futuro a través de sus personajes interactúen. El mundo está en peligro por culpa de la ligereza de Sherman. El viaje implicara normas y situaciones que lo irán modelando y también a Peabody como padre.
Dirigida por Rob Minkoff (El rey león, Stuart Little) y adaptada del segmento Peabody’s improbable stories de la serie Rocky and Bullwinkle de 1959, Las aventuras de Peabody y Sherman es una propuesta entretenida para los más pequeños. Adivina quién viene esta noche El señor Peabody (Ty Burrell, o Phil Dunphy de Modern Family) no es un perro común. Desde cachorro se interesó por leer en vez de jugar a buscar el palito. Un perro sabelotodo. Creció y se convirtió en científico, inventor, empresario y hasta ganador de un premio Nobel. Adopta a Sherman (Max Charles) y con su ayuda inventa una máquina para viajar en el tiempo. Padre e hijo viajan por distintos momentos históricos y los presencian como testigos (¿qué mejor manera de aprender historia que esa?). Sin embargo, no todo es viajes en el tiempo para Sherman, debe ir a la escuela. Y no tarda nada en ganarse una enemiga, Penny (Ariel Winter, también de Modern Family), con la que se pelea en la escuela. Los directivos se ponen del lado de Penny y acusan a Peabody de no cumplir con su rol de padre por el simple hecho de que es un perro. Peabody se encuentra con una situación más complicada y compleja que las del mundo de la ciencia: la paternidad. ¿A dónde-cuándo viajamos? Las aventuras de Peabody y Sherman visualmente está correcta, es atractiva y colorida, el 3D se aprovecha bien, sobre todo con los viajes en el tiempo y en las secuencias del Antiguo Egipto. No hay nada que achacarle por ese lado. Sherman acusa de apócrifa un dato que aporta su compañera Penny. Sí le achaco que tanto los personajes históricos como otros del tiempo presente están bastante estereotipados y hasta hay frases apócrifas (María Antonieta nunca dijo esa frase). Los nerds usan anteojos (eso se lo perdono un poco porque Peabody y Sherman de 1959 tenían anteojos), un artista renacentista extravagante y alocado trabaja solo en una obra de un tirón (cuando se sabe que tenían ayudantes y que este artista tardó varios años en terminar esa pintura). Son detalles, pero contribuyen a perpetuar ciertos clichés sobre científicos, artistas y demás personajes históricos. Lo más interesante de Las Aventuras de Peabody y Sherman, es todo el cuestionamiento que hay por parte de distintos personajes sobre la paternidad de alguien diferente, en este caso un perro. Es gracioso cómo los directivos de la escuela le achacan cosas al padre perro sólo por no ser humano, mientras que no ponen en tela de juicio si los padres humanos son buenos padres. Tiene pocos guiños para los más grandes, pero los pocos que tienen son geniales, despertaban las carcajadas en la sala. Por suerte no está musicalizada en exceso, los personajes no cantan y no es moralista. Se nota que no es de Disney. Conclusión Las aventuras de Peabody y Sherman es ante todo una película dirigida hacia los niños, para los grandes quizá sea una película más. No es nada de otro mundo, no es una película que venga a plantear nada nuevo, sí destaco cómo aborda el tema de la paternidad. Visualmente es impecable y muy atractiva. Lo que se propone lo logra, cuenta una historia divertida y graciosa, no aburre, no se pone demasiado cursi. - See more at: http://altapeli.com/review-las-aventuras-de-peabody-y-sherman/#sthash.XWjLRmLF.dpuf
Aprender con el tiempo En tiempos donde las distracciones, en todas sus plataformas virtuales, monopolizan el tiempo de los chicos, nada mejor que combinar una película animada con un largo viaje por la Historia. Eso es lo que logra Las aventuras de Peabody y Sherman, la adaptación animada digitalmente de la serie televisiva de los años 50/60 (Mister Peabody) donde el perro más inteligente del mundo decide adoptar a un niño. Y acá rige el principal desafío para el can: ser un (buen) padre que educa a su pequeño. ¿O acaso el rol humano-mascota siempre debe ser en ese orden y no al revés? El pequeño Sherman apunta a ser un discípulo de Mr. Peabody, un perro multinstrumentista que hace de todo, y bien, aunque a veces su postura es algo pedante. El niño será seducido por la pequeña Penny Peterson, una rubiecita manipuladora, y por momentos temeraria, que será la compinche ideal para el viaje en la WABAC, una máquina del tiempo creada por el can, que servirá como motor y disparador de desopilantes aventuras animadas a través de los siglos. Viajarán para intervenir en la guerra de Troya, se sumirán en el reinado de Tutankamón, o la Florencia renacentista de Leonardo da Vinci, y sus invenciones, le abrirán sus puertas. Y hasta conocerán antiguos presidentes de los Estados Unidos. El objetivo es corregir hechos históricos, que todo siga su curso normal, abriendo la curiosidad de los espectadores. Las aventuras de Peabody y Sherman, además de entretener, educa, una cualidad valiosa y no muy frecuente en este tipo de filmes donde la fantasía es el gran adorno de argumentos ficticios. En este filme, el guión manda con un adecuado rigor bibliográfico, sin caer en lo solemne. Y mucho tienen que ver el director Rob Minkoff (El Rey León, Stuart Little 1 y 2) y el guionista televisivo Craig Wright que trabajó para Lost, Six Feet Under y Dirty Sexy Money. El pulso adulto se nota en el trepidante argumento: los chisporrotazos de humor son efímeros para los más chicos y los mayores ganarán terreno. La sola aparición de Bill Clinton, será una breve muestra de ello.
Basado en un clásico animado de la televisión americana, el nuevo produccto filmico de DREAMWORKS es todo un prodigio en su género. Divertido, didáctico y emocionante, es un largometraje plagado de matices y personajes queribles, con cierto trasfondo retro que los adultos sabran apreciar.
Sólo para los más chiquitos Dreamworks convocó al director de "Stuart Little", Rob Minkoff, para filmar en 3D digital estas aventuras de un perro que viaja por el tiempo haciendo unos líos que después hay que tratar de arreglar de algún modo. Pero en este caso, lo cierto es que no hay director que logre hacer que el perro y su amigo tengan el carisma de aquel taquillero ratoncito. Por algo desde su aparición hace más de medio siglo, como parte de "The Rocky & Bullwinkle Show", a nadie se le ocurrió convertir a estos personajes en protagonistas de una película. Sólo que después de la mediana performance del caracol corredor de autos "Turbo", se ve que DreamWorks no sabe bien qué inventar (y a su favor se puede decir que al resto de los estudios de animación les está pasando exactamente lo mismo). Los dibujitos en cuestión no son recordados en ningún lugar salvo los Estados Unidos, e incluso en el país donde eran parte de un show de cartoons sólo deben estar entre los favoritos de gente con mucha memoria. Por eso Minkoff optó por un guión de Craig White, responsable de la serie de culto "Six feet under"- que apelara sobre todo al espíritu de los programas de dibujitos de antaño en general, es decir esos programas típicos de los sábados y domingos por la mañana. El resultado es medianamente divertido y bastante previsible, con muy buena animación y algunos momentos bien pensados para 3D. La historia es remanida: el típico viaje en el tiempo que altera la historia y que después requiere alguna manera de retomar el hilo de los acontecimientos desarreglados, y también demora bastante en empezar a ponerse realmente divertida. Pero entendiendo que es una producción de DreamWorks, obviamente está todo pensado para que los más chiquitos la pasen bien, lo que lamentablemente no se aplicará demasiado a los adultos que los tengan que acompañar.
Una película que te super recomiendo porque es un 10 absoluto. Tuve la suerte de llevar a mi ahijada, que tiene tan solo 3 años y medio y se divirtió tanto como yo. "Las Aventuras de Peabody & Sherman" es una joyita dentro del mundo de la animación, con un guión que cierra por todos lados (no aburre para nada), con grandes dosis de acción, momentos super simpáticos, buenos gags donde te aseguro vas a reír en cada remate de los personajes y dos escenas muy tiernas que "hacen" a la película. La historia tiene varios viajes en el tiempo, con detalles super didácticos que hacen efecto en los chicos de manera sorprendente (y muy divertidos por cierto - recuerden prestar atención a la escena de Leonardo DaVinci, o el racconto del crecimiento de Sherman, con música de John Lennon). Una gran película, que aunque no tengas niños para llevar, te recomiendo vayas solo/a, porque la vas a pasar más que bien.
Esta producción de DreamWorks Animation -que retoma los personajes de Peabody y Sherman surgidos a fines de los 50 en el marco del programa El show de Rocky y Bullwinkle - propone una simpática y por momentos delirante relectura de distintos momentos de la historia universal a partir del clásico recurso de la máquina que permite viajar por el tiempo. Ese invento es obra de Peabody, un perro parlante y brillante científico egresado de Harvard que -para completar lo ridículo de la propuesta- tiene un hijo adoptivo (un huérfano llamado Sherman) que ocupa el lugar de la mascota traviesa y de inseparable compañero de aventuras. La acción arranca en Nueva York, donde Peabody sufre la presión de una despiadada asistente social, la señorita Grunion, que no está de acuerdo con que un perro sea el padre sustituto de un niño, mientras que Peabody deberá lidiar con los desplantes de una competitiva compañera de clases llamada Penny. Típica película de enredos narrados a puro vértigo y con guiños cómplices para chicos y adultos, Las aventuras de Peabody y Sherman llevará a los dos antihéroes y a Penny por distintos tiempos y lugares: desde la corte de Versalles de 1789 con María Antonieta sufriendo la rebelión popular y los protagonistas evitando la guillotina y la ira de Robespierre hasta el antiguo Egipto, con emperadores, momias y (falsos) dioses enfurecidos; pasando por la Florencia de 1508, con un Leonardo da Vinci incapaz de hacer sonreír a Mona Lisa, o por la Guerra de Troya, del siglo XII a.C. Este film episódico propone un atractivo despliegue formal (el talentoso fotógrafo mexicano Guillermo Navarro se desempeñó como consultor visual) para reconstruir esos distintos hitos de la historia, pero apela, de manera innecesaria y poco lograda, al recurso del 3D. Rob Minkoff, codirector de El Rey León y realizador de las dos entregas de Stuart Little, La mansión embrujada y El reino prohibido , sostiene el relato con bastante fluidez, con algunos gags físicos y diálogos ingeniosos, aunque por momentos el recurso de los sucesivos viajes en el tiempo puede abrumar a cierto segmento del público (sobre todo el de los más pequeños), ya que no hay un desarrollo demasiado profundo de unos personajes que, de esta manera, no generan esa empatía que ha sido la base del éxito de otros films animados. Habrá que ver, entonces, si el público logra identificarse con los protagonistas o, al menos, se ve seducido por esta relectura de la historia que poco tiene que ver con la que se enseña en los libros escolares.
Para dar una vuelta con la historia La gran nueva apuesta de los estudios Dreamworks es un buen exponente de un subgénero históricamente fructífero: el de los viajeros del tiempo. Tópico que en este caso se convierte en una herramienta para crear y fortalecer vínculos. A juzgar por lo que se ha visto hasta ahora, no es desacertado afirmar que la cosecha de películas animadas de 2014 viene con la bendición de los dioses de la abundancia. Si el año empezó bien con Frozen, el tradicional cuento de invierno (boreal) de los estudios Disney que apuesta por los mejores valores cinematográficos de la casa madre del género, la cosa siguió mejor con la inesperadamente notable La gran aventura Lego, que destroza a base de creatividad cualquier suspicacia acerca de un posible origen espurio (léase publicitario) que hacía temer una película hecha sólo para promocionar a la conocida marca de bloquecitos para armar. Un poco más abajo Dos pavos en apuros, film notoriamente más chico y menos efectivo pero para nada indigno, redondea un panorama positivo. Para levantar todavía más el promedio llega Las aventuras de Peabody y Sherman, gran nueva apuesta de los estudios Dreamworks que consigue uno de sus mejores trabajos. A la altura de la primera Shrek o la fantástica Madagascar 3, todas ellas son buenos ejemplos de películas rigurosamente infantiles, pero que jamás se permiten olvidar que quienes pagan las entradas son el señor y la señora que se sientan en la butaca de al lado de los chicos. Pero estas Aventuras de Peabody y Sherman son además un buen exponente de un subgénero que ha dado grandes películas a lo largo de la historia del cine: el de los viajeros del tiempo. De clásicos como la adaptación de La máquina del tiempo de H. G. Wells, protagonizada por Rod Taylor, a Los aventureros del tiempo, de Terry Gilliam, pasando por Déjà vu, de Tony Scott, o la inigualable Hechizo del tiempo, en donde el personaje de Bill Murray manifiesta la capacidad involuntaria de ser pasajero y vehículo de forma simultánea, el cine ha sabido hacer de ese artificio una vía interesante para exponer la paradoja temporal de la historia. La experiencia del presente como clave para solucionar los problemas del pasado o prevenir los del futuro, mecanismo impracticable en la realidad, pero cuya validez sostienen el cine y la literatura. En el caso de esta película de Rob Minkoff, quien se hizo conocido y prestigioso por dirigir El rey león, los viajes en el tiempo son una herramienta para crear y fortalecer vínculos y al mismo tiempo reírse justamente con la historia, que no es lo mismo que reírse de la historia. La premisa básica es simple. El señor Peabody es un perro, pero uno tan inteligente que su naturaleza canina no representa un obstáculo para su condición de señor. De hecho, es un destacado ciudadano, científico y el primer perro en adoptar un chico como hijo: ese es Sherman. Entre los logros del señor Peabody consta una secreta máquina del tiempo que usa para instruir al niño en historia. Tanto es así que cuando empiece la escuela ya será un experto en la materia. Lo cual causará la ira de la pequeña Penny, hasta ese momento la sabihonda de la clase, que por supuesto hostigará a Sherman hasta hacerlo reaccionar. El incidente escolar pondrá en riesgo el vínculo familiar de perro y niño, haciéndolo depender de la aprobación de una siniestra asistente social. El inteligente señor Peabody invitará a cenar a los padres de Penny para zanjar las diferencias, pero en el medio la pequeña manipulará a Sherman, haciendo que éste revele el secreto de la máquina del tiempo y lo convenza para ir a dar una vuelta por la historia. Poniendo en práctica su experiencia como director de películas infantiles, Minkoff da forma, continuidad y cohesión al relato, al punto de que apenas es posible darse cuenta de que gran parte de su estructura consiste en una serie de episodios sueltos (las diferentes paradas de un itinerario histórico), reunidos por una excusa mínima. El mérito del guión está en proponer una cantidad de situaciones y gags que van del slapstick más básico (pero efectivo) a otros de mayor complejidad, ligados a las cuestiones de orden histórico. Otro aporte de interés está dado por la presencia de detalles de una cinefilia popular, en donde se cuelan referencias que van de Sofia Coppola a Stanley Kubrick, burlándose en el medio del culto a la cámara lenta y la testosterona de películas épicas al estilo 300. Sin pretensiones didácticas, que de haber existido habrían atentado contra su salud narrativa, Las aventuras de Peabody y Sherman utilizan a la historia como vehículo para contar un cuento de padres e hijos, de aceptación de las diferencias y de vínculos que se construyen a pesar de y por encima de los contratiempos.
El mejor amigo del perro Las aventuras de Peabody y Sherman se basa en los personajes televisivos del mismo nombre, que protagonizaban unas historias bajo el nombre de Peabody's Improbable History, lo que explicaba dos características de sus aventuras: la historia como centro del relato y el poco rigor histórico de cada episodio. Mr. Peabody es un perro brillante, multimillonario, que incluso triunfó en el deporte y alcanzó toda clase de metas en la vida. Pero al encontrar su existencia vacía decidió adoptar a un niño, Sherman, para que lo acompañe en la vida. Juntos, viajan en el tiempo enfrentando toda clase de historias absurdas alrededor de eventos claves de la historia. La película posee una animación digital moderna que la aleja muchísimo de su original y lo que gana visualmente lo ha perdido en humor. Con un exceso de sentimentalismo atravesando la trama principal, la película se detiene demasiado a jugar con los sentimientos de los personajes y posterga demasiado los buenos momentos de aventura. Como si no alcanzara con sutiles rápidos trazos para dar a entender el afecto que une a los personas. Las licencias poéticas que se toma con la historia son bastante polémicas y –a diferencia de la serie– no llegan a ser lo suficientemente jugadas como para marca una idea del mundo, son más bien absurdas y contradictorias. Finalmente, puede que en este largometraje haya un subtexto acerca de la adopción por parte de personas gays, pero tampoco esto termina de jugarse. Si lo hiciera, tal vez no mejoraría mucho como película, pero tendría algo interesante para aportar. A pesar de las muchas cosas que presenta la trama, la película se detiene demasiadas veces a aclarar demasiadas cosas y no se entrega al disfrute. No siempre la superación tecnológica es sinónimo de mejores resultados.
Una familia especial Basado en un dibujo animado de la década del sesenta, el film Peabody y Sherman nos muestra desde su premisa inicial un quiebre de paradigma familiar interesante. La narración comienza en la infancia del Sr Peabody, un perro intelectualmente desarrollado que vive en un refugio canino. Allí dedica sus horas a leer filosofía e instruirse. Negándose de forma terminante a realizar las piruetas que le solicitarán sus potenciales adoptantes. Es así como el can jamás logra tener un hogar y dedica sus energías a instruirse en las más variadas artes y ciencias. Al llegar a la vida adulta se plantea un nuevo desafío: ser padre y de esta forma ingresa a su vida el pequeño Sherman siendo éste el primer caso de adopción de un bebé humano por parte de un canino. Este es uno de los elementos distintivos y más revolucionarios de la propuesta de Dreamworks: nos encontramos por primera vez frente a una adopción monoparental. En la gran mayoría de los relatos infantiles, la relación padre - hijo deviene de un lazo biológico y se intensifica frente a la muerte de uno de los padres en alguna desgracia acontecida en un determinado momento (Bambi, Buscando a Nemo, etc), pero nunca hemos estado en presencia de una pulsión paternal que no esté concebida dentro de una estructura de pareja. Así, el Sr Peabody se convierte en una representación de un nuevo modelo de familia, que nace del elemento volitivo del adoptante y no de un mero hecho biológico. Los hijos dejan de ser el “fruto del amor” para convertirse en el objeto amado, subvirtiéndose de esta forma los conceptos de familia hasta ahora conocidos. El Sr Peabody y Sherman no sólo comparten un hogar sino que poseen un secreto que hace del tiempo compartido algo único: una máquina del tiempo. De esta forma, juntos podrán conocer los eventos históricos de la humanidad más importantes visitando el antiguo Egipto, a Miguel Ángel, la Revolución Francesa. El legado Peabody es la cultura y eso es lo que transmite a su hijo día a día. Claro que cuando Sherman asista a la escuela surgirán las primeras burlas de sus congéneres. Y justamente la misma vendrá encarnada por una niña (rubia y de furibundos ojos celestes), hija de un matrimonio heterosexual con algunos inconvenientes de comunicación entre sí. Es por ello que el conciliador Sr Peabody organizará (a escondidas de su hijo) una reunión entre las dos familias para limar asperezas dado que la escuela de los niños ya ha tomado intervención en el conflicto. Como una especie de Carnage, de Roman Polansky, pero en versión animada las familias realizan un concilio para buscar la solución al enfrentamiento de los niños y allí deviene la aventura. Sherman realizará un viaje en el tiempo en compañía de su ocasional acosadora, solo con fines de generar un lazo con ella y obviamente algo saldrá mal. A partir de entonces, la acción se transportará a Egipto, a Italia, Troya y permitirá que los niños tengan un contacto directo con las antiguas culturas y su idiosincrasia, claro está tratando de no violentar las normas básicas del viaje en el tiempo. Peabody Y Sherman se convierte así en un relato ágil, con muchos guiños al público adulto, que permite a los más pequeños tener un primer acercamiento inicial a ciertos eventos históricos. Un film de aventuras, inteligente, que supo interpretar los cambios de paradigmas en las estructuras familiares y por sobre todo revalorizar al afecto como creador de vínculos por encima de los meros nexos biológicos.
Mi perro dinamita La última creación animada de DreamWorks muestra todo lo bueno que puede hacerse con algo de imaginación y recursos para resolver escenas. Peabody es un perro genio, tan inteligente que creó una máquina del tiempo y convenció a un juez en minoridad para adoptar a un niño llamado Sherman. Es un perro notable y como tal, vive en el penthouse más encumbrado de Manhattan. Es, desde luego, un disparate, pero el ingenio con que se elaboró la historia, basada en un cómic de los años cincuenta, la vuelve disfrutable de principio a fin. Luego de un conflicto con Penny, su compañera de clases, la adopción perruna de Sherman queda en tela de juicio. Para llegar a un acuerdo, Peabody invita a Penny y sus padres a una cena en el penthouse cuando Sherman, buscando seducir a la chica, entra en la máquina del tiempo y arriba al Antiguo Egipto. El trío conoce al pequeño Tutankamon, huye de una boda sacrificial entre el faraón y Penny y recala en el Renacimiento para cargar combustible en el instante en que Leonardo busca retratar la sonrisa de Mona Lisa (y Peabody, claro, ayuda al genio florentino). Con un final desopilante, donde una paradoja temporal trae a los grandes personajes históricos al presente, Las aventuras de Peabody y Sherman se consolida como un éxito indiscutible de DreamWorks.
Pequeña enciclopedia animada "Si un niño puede adoptar un perro, no hay razón alguna para que un perro no pueda adoptar un niño", menos si ese perro es el ser más inteligente del planeta. Sobre esta línea ficcional corretea el guion de Las aventuras de Peabody y Sherman, simpática y dinámica historia a cerca de un sano vínculo paterno que supera las especies y los prejuicios. Padre e hijo viven armónicamente en una fastuosa casa moderna, sin poner en cuestión su peculiar modo de relación. Las cosas cambian cuando el nerd pelirrojo empieza la escuela y se siente acosado por Penny, una ególatra compañera que, amenazada por la inteligencia superior de Sherman, lo hostiga sin darle tregua. Para probar que sus conocimientos son ciertos, el pequeño decide mostrarle a su envidiosa rival el secreto más grande de su padre: la máquina del tiempo. Rob Minkoff (director de clásicos animados como Stuart Little y El Rey León) parece haberse metido en esa misma máquina para rescatar de la década de 1950 al dúo de personajes creados por el caricaturista norteamericano Ted Key. Traídos a la actualidad, y a la pantalla grande, Mr. Peabody y Sherman adquieren una inusitada vitalidad. Las nuevas técnicas de animación les otorgan cuerpo, movimiento, dimensión y visos de acción. Esa síntesis entre lo actual y lo viejo es uno de los puntos que la película anota a su favor: los chicos pueden entretenerse en la expectación de una trama con ritmo y una animación de alta gama, mientras los padres o abuelos se enganchan en el montón de guiños enciclopédicos y sanan la nostalgia. Es que Las aventuras de Peabody y Sherman hacen transitar al espectador por un viaje de aprendizaje que recorre distintos momentos de la historia y múltiples capítulos de la enciclopedia. Troya, Egipto, la Florencia del Renacimiento, la Revolución Francesa, George Washington y Albert Einstein acaban mezclados en un mundo que habrá que rescatar de la grieta temporal. En ese veloz recorrido, puede que varios chiquitos caigan en un agujero negro, que no identifiquen a los personajes o que los fenómenos históricos caricaturizados les queden demasiado grandes. Pero, al fin y al cabo, ¿qué mejor que acceder a lo desconocido sentados en el cine y de modo divertido?
Una película para disfrutar en familia En las aventuras de Peabody y Sherman los protagonistas tendrán que viajar a diferentes épocas para reescribir la historia de la humanidad y salvarnos a todos. Gira en torno al Sr. Peabody (Ty Burrell y la voz en castellano es del actor mexicano Adrián Uribe), el perro más inteligente del mundo, científico, ganador del Premio Nobel, gourmet, medallista olímpico en dos ocasiones, ordenado, un experto que todo lo hace bien y tiene la respuesta correcta ante cualquier inconveniente. Toma en adopción a un niño abandonado en un callejón, este crece, es el inquieto Sherman (Max Charles), al que intenta educar lo mejor posible y le enseña por ejemplo historia de una forma muy divertida, tiene una máquina del tiempo es el "Vapatrás" (es algo similar a la serie “El túnel del tiempo” -1966). Así se encontrarán en: la guerra de Troya, el reinado de Tutankamón, la Revolución Francesa, entre otras épocas, y viven distintas aventuras, llena de acción y peligros. Como todo niño concurre a la escuela y allí sobresale en sus clases de historia, porque aunque nadie lo sepa él ha vivido distintas situaciones, pero esta será una de las causas que enfade a su compañera Penny Peterson (Ariel Winter) lo tiene entre ojos y arma una discusión tan fuerte que llega poner en peligro la custodia que tiene Peabody sobre Sherman. Ahora Peabody debe buscar la manera de que la Señorita Grunion (Allison Janney) no presente un mal informe y el juez le quiete la custodia de Sherman, para ello este astuto perro arma un agasajo muy especial para la familia Peterson y la Señorita Grunion y todos queden en paz. Pero lo que no cuenta es que Sherman quiere impresionar a Penny y realizan un viaje prohibido a través de la nave Vapatrás, salen sin permiso y provocan un desbarajuste en la historia del mundo, creando un hoyo en el universo y se alteran el pasado, presente y futuro, (algo similar sucedía en “Volver al futuro”), para no alterar la historia vivirán un experiencia única. Esta es una comedia de aventuras que contiene: ciencia ficción, mucho humor, viajes en el tiempo, se encuentra plagada de: estupendos personajes, diálogos inteligentes y desopilantes e incluye secuencias de otras películas que descubrirán los adultos. Va dejando mensajes de lo importante que es ser padre e hijo, de la amistad, del amor, entre otras enseñanzas y viajando en el tiempo de manera didáctica los chicos conocerán un poco de historia con personajes formidables como: Leonardo Da Vinci, con la voz en inglés de Stanley Tucci, que no puede hacer que la Mona Lisa (la voz a cargo de Lake Bell) sonría para su retrato; Albert Einstein (cuya voz aporta el cómico Mel Brooks); Van Gogh; Abraham Lincoln; Shakespeare; George Washington; Bill Clinton; Isaac Newton; entre otros. Esta nueva remake modernizada que viene de una serie de los años 50, contiene una estupenda animación y mucho ritmo, colorida, entretiene a grandes y chicos, emociona en varias escenas y más aun cuando se escucha un tema de John Lennon y la música de toda la película del maravilloso Danny Elfman.
Muy buena animación de Dreamworks que retoma los personajes de Peabody y Sherman surgidos a fines de los 50 como parte de El show de Rocky y Bullwinkle. Imposible no conectarse con Mr Peabody, un perro que es el ser vivo más inteligente del mundo y su “hijo” Sherman. Juntos viajan a través del tiempo, lo que facilita cantidad la existencia de delirantes gags para los más grandes.
Propuesta válida para compartir una de aventuras con una sonrisa En esta época de reciclaje puede pasar cualquier cosa viniendo de Hollywood. Quién hubiera pensado ver algo relacionado con “El show de Rocky y Bullwinkle” luego de la espantosa adaptación hecha en el año 2000 (“Las aventuras de Rocky y Bullwinkle”) con Robert De Niro, Rene Russo, etc. Sin embargo, una nueva mirada puesta en aquel show televisivo de los ‘60 extrajo de la galera a dos personajes menores salidos de allí. Funcionaban como un anexo de la transmisión principal, un poco lo que sucedió con “Pinky y Cerebro”, salidos de “Animaniacs” (1993-1998). “Las aventuras de Peabody y Sherman” merecieron su show, y por supuesto su película, merced a una situación tan vieja como el cine mismo: la relación entre un niño y un perro. Pero hay una vuelta de tuerca consistente en darle al perro el protagonismo absoluto. De hecho el dibujo se llamaba “La improbable historia de Peabody”, alguna vez homenajeado en un capítulo de Los Simpsons, el Señor Peabody es un perro sagaz, astuto, extremadamente inteligente, campeón olímpico, científico y varias virtudes más envueltas en una personalidad excéntrica mezclada con cierto aire aristócrata e irónico/sarcástico a la vez. Sino fura un dibujo animado uno creería estar frente David Niven, por ejemplo. Dentro de sus excentricidades decide adoptar a un niño huérfano. Inteligentemente, Craig Wright le adosa a su guión pequeños detalles nunca (o casi) vistos en los cortos de TV, como por ejemplo la “infancia” del can que ayuda (mucho) a construir su presente; o la forma en la cual encuentra a Sherman con su posterior adopción. Los roles se invierten. Es el niño la mejor mascota del perro. Peabody cree fervientemente en la educación como la base de la supervivencia e inventa una máquina del tiempo cuyos viajes sirven para ilustrar a su “hijo”. En una clase sobre George Washington, Sherman dará a conocer detalles minuciosos provocando la envidia de Penny (luego se pelean) y el resto del conflicto del guión: el niño deberá luchar contra su propia timidez e incluso su baja autoestima cuando sienta que debe demostrar su capacidad y valentía. En una cena de reconciliación en el lujoso departamento del Sr. Peabody, Penny se subirá a la máquina del tiempo con la consecuente y afanosa búsqueda en el pasado. Pasaremos por el antiguo Egipto, el Renacimiento Italiano y la guerra de Troya. Dado que la intención más clara de “Las aventuras de Peabody y Sherman” es ser una aventura con mucho humor, el escritor no se molestó (lo bien que hizo) en dar su versión de cómo la alteración del pasado influye en el presente, aunque sí cernió la construcción del clímax en el agujero negro de espacio-tiempo provocado por trasladarse a momentos vividos por los propios viajeros. Las secuencias de cada momento de la historia son desopilantes, en especial el de Leonardo Da Vinci en pleno intento de terminar de pintar La Gioconda. La película tiene su mejor virtud en el hecho de reírse de la historia que se cuenta en los colegios, de esos manuales llenos de datos inútiles e información irrelevante (por ejemplo que Maria Antonieta era fanática de los postres). La historia enseñada en la primaria pocas veces centra al alumno y lo pone en condiciones de saber dónde está parado en el mundo y por qué es como es. Por eso, molestarse en observar si los viajes al pasado tienen rigor histórico sería un ejercicio vano. La médula espinal pasa por la relación padre-hijo. Las pocas veces en las cuales aparece la emoción a lo largo de 90 minutos son tan calculadas como profundas porque, principalmente, deja instalada la agradable sensación de que ser padre e hijo funciona mejor cuando no es por mandato y construye aún más, cuando ambos están abiertos a la otra mirada manteniendo el respeto. Por sobre todas las cosas la propuesta de reírse con los elementos básicos del cine de aventuras se cumple con creces y convierte a esta obra en un paseo casi obligatorio hacia la diversión.
Paradojas temporales para niños Para los que no hayan escuchado en su vida nada con un nombre parecido, Mr. Peabody y Sherman está basada en Peabody´s improbable story, una serie de cortos animados de la década del ´60 cuya popularidad es tanta que si alguna vez hacen zapping por los canales de animación probablemente aún puedan verla. Saltando al presente, la versión animada 3D le da un lavado de cara con tecnología y la dirección a cargo de Rob Minkoff, ecléctico director de animación que cuenta con El rey león entre sus pergaminos. Habiendo hecho las formalidades, hagamos un balance de lo que podemos encontrar cuando veamos este film: entretenido y un tanto naif, esta renovación de la serie garantizará entretenimiento a los más chicos pero el relato cerrado con moraleja extraña la libertad creativa que apenas se atisba en el desenlace o en su epílogo, llevando a que una audiencia que tenga más de 9 años no lo encuentre tan interesante. Pero, ¿de qué trata Mr. Peabody y Sherman?: en síntesis, un perro (Mr. Peabody) con un coeficiente extraordinario y que ha ganado prácticamente todo, desde premios Nobel a reconocimientos deportivos y que tiene la habilidad de hablar, se encuentra un día con un bebé abandonado, es decir, Sherman, y decide criarlo. De esta forma, busca alivianar las largas horas solitarias que lo acongojan a pesar de sus logros, utilizando su invención más lograda, la máquina del tiempo, para conocer y enseñarle historia a Sherman de una forma más “directa”. Por supuesto, el chico termina siendo a los siete años un genio a pesar de su peculiar “padre”. Aquí hay una diferencia drástica con el material original: Peabody resulta mucho más paternal y su relación con Sherman es la de padre-hijo, contando con un tono dramático mucho más intenso que los segmentos animados, donde era una relación más amistosa que tenía mucho de parodia. Por decirlo de otra forma, Peabody tiene a Sherman prácticamente como una mascota ayudante, sin considerar el aspecto paternal, algo que fue apuntalado en la película para darle al relato mayor identificación con los personajes. De esta forma pierde el absurdo de la serie original, que tenía mucho de tira cómica pero difícilmente hubiera sostenido los noventa minutos del film. Es aquí donde Minkoff hace uso de tópicos que puedan enriquecer el relato, pasando por la relación padre-hijo, la discriminación, el bullying y, cómo no, el amor. Con una música de Danny Elfman que es de manual, la película naufraga hasta encontrarse con un desenlace caótico que le da vigor a los últimos minutos: un desorden temporal digno de Volver al futuro, saga en la que se homenajea a la serie animada original de Peabody. Sin embargo, hasta ese entonces el desarrollo de personajes peca de ser chato y rendirse ante el mensaje, a pesar de secuencias memorables como el largo silencio de Peabody cuando Sherman le dice que está dolido porque le dicen “perro”. Es en estas sutilezas donde vemos el talento de Minkoff, aunque ocasionalmente se pierda en un guión que por momentos no se decide entre ser fiel a su fuente original o contar algo novedoso que permita explotar variantes respecto a la versión de la década del ´60. También destacable es la evolución del personaje de Penny, que de su maldad de estereotipo logra tornarse en un personaje más querible sin que esto resulte arbitrario o extraño. Sin grandes pretensiones pero con un gran amor por los personajes del material original, Mr. Peabody y Sherman es entretenida a pesar de que su guión no siempre encuentre la forma de desarrollar a los personajes y darle vigor a la trama.
Un film para chicos que tienen que ver los padres El Sr. Peabody es un perro con un coeficiente intelectual superlativo. Puede ser un eximio espadachín como crear un combustible biodegradable o las maquinas más complicadas. También tiene un hijo adoptivo, Sherman, al que cuida más que nada en este mundo. Entre las creaciones del Sr. Peabody es una maquina que lo hace viajar para atrás en el tiempo. Así es que junto a Sherman han recorrido diferentes épocas de la historia fomentando, además, el espíritu aventurero del adolescente Sherman, como en el viaje que ambos emprenden a la Revolución Francesa. Sherman, como todo chico curioso e inteligente no tardara en meterse en problemas e ira junto con una compañera del colegio, Penny, en la maquina del tiempo que el Sr. Peabody le prohíbe usar solo. A partir de allí el inteligentísimo canino tendrá, no solo que salvar a los chicos y al mundo de lo que los adolescentes crearon, sino también a tratar de manejar el difícil arte de criar a un hijo. Todo esto y mucho más son “Las aventuras de Peabody y Sherman”. Un film muy bien realizado, donde sobresale el guión que no solo va a divertir a los chicos ya que tiene mucho ritmo y acción, sino a su vez a los grandes por su estilo de humor dirigido también a los adultos y a que vean con humor y comicidad la difícil tarea de tener un hijo y todo lo que ello con lleva. En tono de broma, recordemos que el perro adopta al humano, pero con los conflictos que muchas veces aquejan a los grandes. Un film muy divertido e inteligente para los grandes y para los chicos
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Una divertidisima y entretenida propuesta que no podés perder si deseas pasar un muy buen momento en familia con una aventura muy original, que tal como dice la clásica frase, hará las delicias de chicos y grandes. Todos los personajes no sólo son agradables estéticamente sino que también son sumamente carismáticos y simpáticos. Y como si fuera poco la brillante....
Es probable que algún memorioso recuerde este dibujo animado que aparecía como relleno en la tevé argentina de hace décadas. En la tira, cada episodio de cinco minutos contaba cómo un perro superinteligente y su mascota humana viajaban en el tiempo y arreglaban las inconsistencia de la Historia. El autor fue un gran humorista, Jay Ward, que trabajaba casi solo con mínima tecnología (hizo también “Rocky y Bullwinkle”, “George de la selva” y “Superpollo”, entre otras). El personaje fue muy popular pero solo en los EE.UU. Esta adaptación a 3D con toda la tecnología, conserva menos el humor sardónico de Ward que el que surge de la acción y la aventura, aunque conserva ciertos toques de elegancia de la tira original. Pero lo que más pesa es el costado aventurero, dinámico, así como el tema clave de la mayoría del cine apto para todo público de hoy: la familia y sus variantes. Un perro adopta un niño, una niña tiene padres desaprensivos que o le exigen o se ocupan solo de su trabajo. El niño de papá perro es más “sano” que la nena “normal”, lo que no deja de ser, en tiempos –aun y sobre todo en los EE.UU.– de homofobia, un comentario sobre la realidad. Lo mejor de ese dato es que se contrabandea en la pura diversión y la aventura, lejos de ser una bandera demasiado evidente.
Mr. Peabody es un perro parlante que es el ser mas inteligente del mundo, y su hijo adoptivo Sherman, que no lo es tanto. En su primer día de escuela, Sherman tiene una pelea con una compañera de clase llamada Penny Peterson. La agencía de adopciones advierte a Peabody que, de presentarse mas incidentes en la escuela, van a reitrarle la patria potestad de Sherman. Para complicar este asunto, Peabody invita a los Peterson a su casa para "romper el hielo". Después del mal uso que Sherman hace de la máquina del tiempo para impresionar a Penny, deben poner las cosas en orden antes de destruir irreparablemente la continuidad del espacio-tiempo. La trama suena infantil. Pero todos sabemos que hay películas infantiles que pueden agradar a los padres. Este no es el caso. Y no lo decimos por las incoherencias científicas que dicen, o por el hecho de que el perro sea el padre del niño (cualquier cosa se puede) sino por todas las inexactitudes históricas que muestran. Ok, es un filme para niños y a ellos lo que menos les interesa es saber si María Antonieta comía pasteles o si George Washington tiene injerencia alguna en las leyes actuales de EU, pero vamos, son ridiculeces que dan coraje. La animación no muestra nada nuevo y fascinante a comparación de otras películas, y aunque no podemos juzgar que tan fiel es la película a su original que era transmitido en los años 60 como un corto en el programa de Las aventuras de Rocky & Bullwinckle, si podemos juzgar que para hacer películas para niños, hay que hacer un esfuerzo un poco más grande para escribir el guión, porque es como considerar -e insultar- que los niños no saben ni tienen noción de historia y de ciencia. ¿y para qué hacer una película infantil tan tonta? mejor llevo a mis hijos a ver No se aceptan devoluciones y por lo menos no les enseñan que los egipcios eran caníbales. Por cierto, si son mexicanos y no les convence lo que les digo sobre que es una mala película, entonces la voz de Adrián Uribe en el doblaje si lo haga.
Perro adopta niño. ¡Y NO es al revés! Este jueves 20 de febrero llegan de viaje el Sr. Peabody y su hijo adoptivo, Sherman. Esa pequeña historia que formaba parte del famoso show de Rocky y Bullwinkle allá por 1960 y monedas, se pasó a formato película, con muchos más pixeles y en 3D. Se trata de un perro con un coeficiente intelectual superior al de cualquier ser humano, a quien la ley otorga el derecho a adoptar un niño. Y es que este perrito blanco y anteojudo, adornado con un moño rojo en el pecho, pasó toda su vida de cachorro y madurez sin ser adoptado por una verdadera familia. Todos los peques que iban a verlo al hogar de canes, no se sentían para nada atraídos por su infinita inteligencia; ellos querían el típico ‘guau-guau con movimiento de rabo’, ‘trae la bola muchacho’ y ‘dame la mano amigo’. Peabody se rehusó a comportarse como un perro corriente, por lo que dedicó sus días al enriquecimiento mental. Finalmente, el techo que el perrito nunca tuvo, fue el obsequio que él quiso hacerle a su hijo Sherman. Cuerpo Mr. Peabody no sólo le enseñó al niño un montón de datos históricos importantísimos, sino que lo llevó personalmente a verlos, mediante la construcción de una eficiente máquina del tiempo. Con este panorama, no podemos esperar otra cosa que una bomba explosiva de aventuras sin igual. De la Revolución Francesa a La Era de Hielo. Del Renacimiento con Da Vinci, al Egipto de Tutankamón. De Shakespeare, al primer presidente de los Estados Unidos… En este educativo film animado conoceremos a cuantos personajes históricos y emblemáticos quepan en 92 minutos de cinta. Así que papis, vayan preparados; lean las enciclopedias de historia mundial si no quieren quedar en ridículo cuando sus hijos les pregunten de qué está hablando el Sr. Peabody. Cuerpo1 En un mundo fantástico donde nadie se pregunta cómo es que un perro habla, cocina, lee, sabe de cuanta materia se le pregunte, maneja una moto ¡y hasta cuida a una personita de 6 años!, cualquier cosa puede suceder. Un calculador terrier al mejor estilo Sherlock Holmes, te relatará en primera persona, cómo se van desarrollando los hechos en su casa de Nueva York, a partir del día en que Sherman comienza la escuela. El conflicto comenzará cuando el establecimiento educativo descubra que el niño ya sabe demasiado para su corta edad, y una típica pelea de recreo ponga en peligro el ‘contrato’ legal que asegura su adopción. Cuerpo2 Me parece que esta nueva película es más interesante para esos jovencitos curiosos que se interesan por la historia, cosa que es bastante difícil que pase en los tiempos que corren. Y también para los adultos que ya conocemos los hechos, ya que la clave del humor está ahí; un montón de datos importantes que ocurrieron hace muchísimos años fueron truncados, planteando la influencia que la modernidad podría haber tenido sobre ellos. El resultado en el que aterricé, llevó a elaborarme la siguiente pregunta: ¿Hubiese sido Einstein capaz de armar el cubo Rubik?