Steven Spielberg no podía desaprovechar la oportunidad de narrar las aventuras de este notable personaje de historieta en motion capture, utilizando imágenes en 3D generadas por computación y creando modelos digitales de personajes iguales a los originales a partir de la actuación de intérpretes reales. Así, además de sacarle un partido enorme generando un formato de comics, mortifica de este modo la remanida imagen realista y genera con el artificio un extrañamiento sumamente productivo. El adorable Tintín, obra maestra del belga Hergé, héroe con el que mi hijo aprendió a leer, allá lejos y hace tiempo, y que provocó tal adhesión que el último libro que le regalamos fue ¿Eres Tintinólogo?, desembarca en la pantalla grande con una de sus aventuras maravillosas.
El personaje protagónico interpretado por Jaime Bell que debe llevar adelante la faena de ser Tintín, encontrará que su vida muta de forma irrevocable al adquirir la maqueta de un barco que esconde un enigma. Desde allí en adelante todo es vertiginoso, imparable y Spielberg aprovecha su enorme captación del personaje de la historieta para salvar algunos límites del motion capture y darle vida y rostro al joven periodista eternamente envuelto en aventuras increíbles.
Sin abandonar el aura de la historieta, todo es acción, traslados y presurosas movidas para resolver el enigma del tesoro, en un entorno de naves, mares y capitanes que han sido siempre tópicos de aventuras atrapantes.
Los elementos técnicos usados con excelencia son la marca registrada del creador de tantas maravillas del cine de las últimos 25 años y las actuaciones de Jamie Bell, Daniel Craig, Andy Serkis, Nick Frost y Simon Pegg sumados al encanto de Miloú, la fiel mascota de Tintín, completan los casi 110 minutos sin respiro de esta maravillosa película esperada por grandes, jóvenes y niños que alguna vez gozaron leyendo las increíbles aventuras de Tintín.