El swing no tiene edad
Los adultos mayores que solucionan sus problemas con alguna salida original y divertida en una película se han convertido en un buen entretenimiento, y de paso sirven de inspiración. Hay mujeres que posan desnudas para almanaques, o que cultivan marihuana, o como las de este largometraje belga, las hay que forman una banda de música, por solidaridad, y para canalizar sus diferentes estados del espíritu y del cuerpo.
Las chicas de la banda comienza con el accidente en el que muere el marido de una de las protagonistas, Magda. El sepelio sirve de excusa para que el hijo que vive lejos venga de visita. Sid no se parece en nada al resto de la familia. No es elegante, ni formal, ni protocolar. Antes de irse, le reprocha a su madre que nunca lo haya ido a visitar después de tantos años.
Magda acusa recibo y visita pocos días después a Sid, y descubre que él sigue queriendo triunfar en la música, sin mucha suerte. Un poco por el remordimiento de no haberlo apoyado nunca, y otro poco porque está empezando a experimentar grandes cambios, decide convocar a dos antiguas amigas para formar una banda de música con él.
Ellas tres habían tenido un grupo musical cuando eran jóvenes, pero creen estar muy fuera de onda cuando oyen lo que compone Sid: una especie de hip hop mezclado con electrónica. Sin embargo, en el fondo todo es una guerra contra los prejuicios del otro. Las chicas que cantaban Edith Piaf se juntan con el casi DJ y crean algo de él, mientras sacuden su pasión y arreglan y desarreglan varias cosas de sus vidas.
Una de las mejores cosas de la película dirigida por Geoffrey Enthoven es la habilidad para dibujar bien a los personajes y sus distintos prejuicios y mostrar como todos luchan para vencer (o no) a algunos.
El director logrado una película bastante original, con una banda sonora simpática y rara, en la que la cámara se comporta de manera ordinaria, es decir, casi no se nota, y se limita a mostrar lo que sucede, pues lo más importante del filme está en las situaciones y en el perfil de los personajes. Hablando de estos: mucho swing el de las tres chicas de la banda; también el de Sid, el líder; y el del pianista que quiere conquistar a Magda.
Otra cosa positiva es que esas situaciones son muchas veces graciosas. Ver a las tres señoras muy pulcras, paradas frente a sus micrófonos, junto a un cantante que poco más se revuelca en el piso, es una de las tantas.
Tal vez el final abra una charla entre dos o más espectadores. Es como si hubieran querido hacerlo diferente dentro de lo diferente, y se hubieran pasado de rosca. Pero no invalida todo lo que se ha vivido durante el visionado previo del filme.