Blum y Capello demuestran una vez más que son dos actrices muy talentosas y se ponen a cuestas esta película con mucha entereza. Los secundarios son desparejos, tanto en cuestiones de actuación como de personajes, algunos mejor desarrollados que otros, otros prácticamente caricaturas de clichés y estereotipos y alguno prácticamente prescindible.
Entretanto, ellas se pelean, se contienen, se mienten, se dicen lo que piensan, es decir, interactúan como las dos hermanas que interpretan, cada una con sus personalidades y sobre todo, con su vida vivida.
Porque mientras una se casó y tuvo una hija, la otra nunca pudo formar una familia, y cuando ve al hombre del cual cree estar enamorada ve también una última oportunidad, pero que en este caso significaría abandonar a su hermana.
Así, es que Las chicas del tercero se va sucediendo entre escenas graciosas como una comedia costumbrista en la que nada es lo que parece, pero tampoco sorprende demasiado. Es de esas películas de las que no se espera demasiado, y eso termina siendo un punto a su favor.