La debutante Josie Rourke dirige este drama de época, basado en el libro de John Guy y adaptado por Beau Willimon, con Saoirse Ronan y Margot Robbie en un potente dúo protagónico.
Las dos reinas comienza con una leyenda situándonos en el contexto político y religioso de la época. María Estuardo regresa a Escocia para reclamar el trono que le pertenece, pero tanto allí como en Inglaterra se encuentra gobernando la reina Isabel I. Este contexto de todos modos muchas veces va a terminar quedando en segundo plano cuando Beau Willimon opte por profundizar en las cuestiones más personales y no ahonde, por ejemplo, tanto en la relevancia política de los Estuardo o lo que sucede con el enfrentamiento entre dos posiciones religiosas como el cristianismo y el protestantismo.
María Estuardo e Isabel I son retratadas como dos mujeres muy atípicas para la época. Dos mujeres con poder que no dependen ni quieren depender de hombres ni de los mandatos propios de su género, que saben que los hombres sólo quieren desplazarlas. Las dos reinas las retrata por separado, a partir de que María Estuardo regresa a Inglaterra, y luego especula, fantasea con un encuentro entre ambas.
Si bien casi no comparten pantalla, tanto Saoirse Ronan (acostumbrada a ejercer diferentes acentos según el personaje lo amerite) como Margot Robbie logran elevar sus personajes -cuya dimensión varía a lo largo del relato- a base de interpretaciones tan fuertes como sutiles al mismo tiempo. Quizás un aspecto algo desfavorecedor le toca a Margot, con un maquillaje que a veces distrae. En cambio, en cuestión de vestuario se logra plasmar tanto sus fuertes personalidades como la época a retratar.
Aunque estamos ante un drama de época, más allá de estar basado en dos personajes reales (y que con el paso del tiempo han cobrado mayor relevancia), se siente muy actual en cómo están retratadas. Dos mujeres en un mundo gobernado por hombres, hombres en su mayoría crueles, incapaces de permitir que una mujer tenga otro rol que no sea el de sumisa. Dos mujeres que compiten pero que, en algún momento, tendrán que aliarse, o al menos intentarlo, o al menos jugar a hacerlo. En el rol femenino es algo en lo que se hace mucho hincapié, en lo que se espera de una mujer y lo que se critica cuando se sale de ese camino.
Una de esas voces es la del personaje que interpreta un desaprovechado David Tennant, acusándola a Estuardo de promiscua y adúltera, mientras que el film la retrata simplemente como una mujer: tiene curiosidades, menstrúa, tiene sexo por deseo, a veces es forzada, pero sobre todo se niega a ser un simple objeto o herramienta.
Isabel I pasa a un segundo plano y poco de su conocida historia queda plasmada acá. “La reina virgen”, la que nunca se casó ni tuvo hijos, una mujer que se muestra siempre fuerte pero que, con el tiempo, el maquillaje y el vestuario excesivos intentan cubrir su fragilidad. Una mujer que se siente hombre. Pero antes que la rivalidad entre ambas, el centro de la película es la propia María.
La dirección de Rourke es correcta, sin mucha personalidad y dejando en evidencia su experiencia en teatro. Así, en los interiores se destaca siempre la puesta en escena, pero el film otorga algunos lindos planos abiertos en el exterior.