La vieja y elegante casa que Chela y Chiquita comparten en Asunción desde hace décadas, sintetiza ese paso del tiempo que corroe las esperanzas, los afectos y los sueños. La relación entre las dos mujeres se ha convertido en una rutina de sobreentendidos y largos silencios. Ante las dificultades económicas, Chiquita no solo contrae deudas, sino que empieza a vender muebles y antigüedades que han heredado y que parecen lo único que sobrevive del posible esplendor de sus familias. Mientras, Chela intenta protegerse, aislándose del mundo. Cuando Chiquita es enviada a prisión, Chela se ve obligada a trabajar y hacerse cargo de la nueva situación. En esa salida de su propio encierro, conoce a Angy, una mujer más joven, que le provoca una revolución interna.