El primer interrogante que plantea este film de animación cuyo rebuscado título original ha sido reemplazado por el más descriptivo Las nuevas aventuras de Caperucita Roja y el Escuadrón de los Finales Felices , a la manera de las series de Piratas del Caribe o de Harry Potter , se refiere a su razón de ser: se trata de la innecesaria secuela de un film que pocos vieron y menos recuerdan. El segundo tiene que ver con la elección del 3D, que durante la mayor parte del metraje pasa casi inadvertido. El tercero, con el vértigo que se impone a la acción y desdibuja el relato, salvo que con él se intente disimular la ausencia de una historia. Hay más. ¿Por qué recurrir a tantos personajes de cuento -Caperucita, el Lobo, Hansel y Gretel- si no se va a conservar de ellos otra cosa que el nombre?
Todo eso sería más justificable si por lo menos el film tuviera, como el que lo antecedió, algo de humor. Pero aquí la comicidad escasea. Y en cambio sobran los esfuerzos por injertar elementos de la cultura popular en medio del cuento como lo han venido haciendo Shrek, La era de hielo y tantos otros films animados con los cuales éste no resistiría la comparación.
Los personajes son una supercaperucita experta en artes marciales, un lobo feroz que tiene buenas intenciones pero mala suerte, una abuela corajuda, una hermandad de caperuzas a la que pertenece la protagonista y un escuadrón (el del título) que es una organización secreta dedicada a proporcionar finales felices a todos los cuentos. Todos se pondrán en movimiento cuando una bruja de nombre ruso secuestre a Hansel y Gretel, dos gorditos con acento alemán que se han colado en esta mezcolanza de la que no hay que esperar coherencia ni imaginación sino sólo ritmo agitado.
No es mucho, sobre todo teniendo en cuenta que la animación, rutinaria, es tan abigarrada como el guión.