Un tornado animado
Esta película animada de gran escala (costó 30 millones de dólares) es la secuela de otra que en 2005 sorprendió a más de uno porque, a partir de una historia contada mil veces, la de Caperucita Roja y el Lobo, edificó un récord de taquilla mundial de 110 millones de dólares.
Un número nada despreciable para un estudio como The Weinstein Company, con una historia muy especial porque sus dueños, Bob y Harvey Weinstein se dedicaron durante años (antes de que fuera un gran negocio) a distribuir cine independiente y extranjero en Estados Unidos bajo el sello Miramax, luego fue adquirido por Disney, y del que los hermanos se separaron para volver a intentarlo solos en 2005.
Así que los muchachos volvieron a hacerlo, con la misma fórmula de mezclar (como en Shrek) a cuanto personaje de la fauna de los cuentos de hadas venga al paso a los fines de mantener la expectativa y darle no una sino varias vueltas de tuerca al clásico infantil.
Tan es así que de los hechos narrados en el original no queda casi nada en esta película, en la cual la anécdota está aggiornada al gusto del supuesto público contemporáneo y donde el asunto es una disputa entre grupos de espionaje que pelean por la llave del dominio mundial: unos para guardarla a buen recaudo y otros para hacer un uso no santo de ella.
Lo negativo: el frenesí casi inexplicable con que se suceden las cosas en la pantalla.
A tener en cuenta: el doblaje al español hecho por mejicanos, con enorme cantidad de expresiones regionalistas que a los niños pueden cansarlos.
Positivo: el diseño de arte, el estilo gráfico, algunas humoradas y los efectos ópticos muy buenos logrados con la técnica del 3D.
En síntesis: no es para cualquiera espectador.